Legos del Monigotorium

martes, 28 de abril de 2015

LA QUINTA DEL SORDO

La veda la abrió Intocable (2011) una película emocionante y muy divertida en la que, contando la historia de la amistad entre un millonario tetraplégico y su cuidador, de origen más bien humilde, sabía tratar temas tan controvertidos como la enfermedad o las diferencias sociales y, como ya contamos en su día, revitalizó los estrenso de comedias francesas en nuestro país (eso sí, la nueva película de sus equipo de creadores, Samba,  no ha dado tanto de sí por estos lares). Pero tras una buena oleada de comedias que han sabido ahondar en asuntos como el racismo o la homosexualidad veíamos que otro, el de la enefermedad, relevante en Intocable, caía en el olvido, o al menos hasta un estreno que ha llegado hace apenas una semana. Esta vez no se trata de un único personaje tetraplégico sino de una simpática familia de sordomudos y la película es La familia Bèlier.

Los Bélier son una sencilla familia que vive en una granja de vacas. Sólo la hija, Paula, puede oir, así que constituye el enlace principal entre ellos y el resto de la comunidad. Cuando esta se apunta a la coral del instituto siguiendo a un chico que le gusta su profesor descubre en ella auténticas aptitudes para el canto y le anima a presentarse a un concurso en París que podría garantizarle una formación de lujo y una carrera como cantante. Pero ello también supondría tener que dejar su casa, su familia y privar a ésta de su ayuda. Por ello Paula decide comenzar a ir a las clases privadas de su profesor pero sin contarlo en casa, lo que traerá numerosos equívocos y dudas.
La película es una comedia amable cuyo punto de partida linda con toda la tradición del cine de adolescentes, aspecto sobre el que hasta se permite bromear (la mejor amiga dePaula llega a comentarle que parece la de Crepúsculo, y muy desencaminada no va), presentando toda una serie de conflictos que van desde el rechazo en el aula a los cambios del propio cuerpo pasando por supuesto por el primer amor.
Pero a esta serie de problemas, propios de cualquier personaje de esta edad, se le suma el problema de que toda su familia es sordomuda, un factor muy original (sobre todo porque al pensar en películas en que se trata el tema solo podemos pensar en intensos dramones o comedias de tinte más gruesa que esta), que amén de aumentar las responsabilidades de la protagonista (que se suman a las propias de una granja) hace que crezcan las diferencias entre los personajes (en varios momentos se ve que son una familia muy querida en su pueblo pero actitudes como las del Alcalde son muy reveladoras), y más cuando ella descubre su especial don, algo que su adorada familia nunca llegará a poder apreciar del todo.
La familia Bélier sabe tratar este conflicto con sensibilidad y naturalidad, permitiéndose saltar del chiste más grueso (el de los champiñones, o la primera regla de Paula) al momento más emotivo ( sin duda el final, que aquí no destriparemos), pudiendo pasar de la interpretación más histriónica a la más emotiva, y sabe hacerlo con relativa limpieza. Así podemos ver como incluso incorpora una trama política cuando el padre, poniendo por delante su comunidad a su propia discapacidad, comienza una carrera política para enfrentarse al actual alcalde, que le saca de sus casillas y pretende trannsformar medio pueblo, y sabe integrarla en todo el conflicto emocional que viven los personajes.
Pero si bien todos sus factores saben enlazarse con corrección no se trata de una cinta que destaque si obviamos este gran matiz de originalidad que es su tratamiento de las dificultades cotidianas de los sordomudos, aunque consigue ser especialmente brillante cuando más profundidad adopta, especialmente en dos escenas, aquella en que la madre desvela sus sentimientos cuando descubrió que su hija recién nacida podía oir (y que no es precisamente lo que esperábamos) o aquel en el que la familia asiste al dúo en el que participa su hija en el recital de fin de curso.
Una película hermosa, con una buena idea de partida y algún momento de antología, que sabe emocionar pero no profundizar, si bien hay ocasiones en que logra rozarlo, y que a veces confunde la acidez con la sal gruesa, pero que no duda en exaltar el valor de lo buenos sentimientos,
Para amantes de las dramendias con un puntito original, aunque la idea daba para mucho más

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