Legos del Monigotorium

jueves, 16 de octubre de 2014

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¿Cuando un culebrón de tarde se convierte en una pequeña joya? Una de las posibles respuestas es, sin duda, cuando lo dirige David Fincher, director de un buen puñado de películas de culto (y por cuyo trabajo no deja de crecer mi admiración) y su nombre hoy es Perdida.
Con un inicio de esos tópicos a más no poder (un hombre llega a su casa y descubre que su esposa ha desaparecido con rastro de violencia) la cinta empieza poco a poco a mostrarnos que no es una película como el resto...al menos en esta vertiente, entrelazando desde un primer momento esta rrama principal con la del relato del pasado de la pareja protagonista desde que se conocieron, a la que rodea un aura casi de fábula que se vuelve pesadilla. Aunque la verdad hasta aquí nada nuevo...¿verdad?. La cosa cambia notablemente un tercio después, no porque lo que nos hayan contado hasta el momento sea radicalmente falso sino porque nuestra visión de los personajes no se correponde a la real, ya que la historia está jugando con nosotros como los personajes lo hacen entre ellos mismo, en una cinta en la que nada es lo que parece...y es que aunque podamos habernos olido algo tendremos que dar unos pasos atrás para apreciar el cuadro en su totalidad.
Nos encontramos nuevamente ante una de esas películas de Fincher que se enrosca sobre sí misma cual juguetón ouroboros (de hecho la primera y última escena son la misma, pero cuando acabe nuestra percepción no lo será) y nos lleva por un asombroso viaje cuyas sorpresas aumentan a medida nos acercamos al final, con unos personajes tan bien caracterizados (y muy bien interpretados, hasta sacando un gran partido de un Ben Affleck que no es particular santo de mi devoción, un Neil Ptrick Harris siempre estupendo pero con un aura oscura que le sienta de maraviilla y una Rosamunde Pike cuyo papel va a quedarse en nuestra psique mucho, pero que mucho tiempo) que, aunque en el fondo sepamos hacia donde se dirigen conscientemente no queremos reconocer que vaya a ser así, sorprendiéndonos continuamente. Sí, Fincher ya no se regodea en excesivos juegos de cámara, efectos especiales apabullantes (alguna miguita queda como la escena en que Amy imagina su suicidio o la escena del paseo bajo el azúcar) o ambientaciones sórdidas, casi en lo que podría ser en algunos momentos un reverso benévolo de Zodiac pero nos da una película que sabe conbinar drama, comedia (la escena de los ositos de goma, algunos programas televisivos), suspense y hasta gore, de la mano de unos personajes que son, en mayor o menor medida, auténticos manipuladores y víctimas unos de otros (Amy de la perfeccionista visión de sus propios padres, Nick del plan de Amy...), lo que, a pesar de no hacerlos en ningún momento especialmente simpáticos (hasta el personaje más "blanco" en primera instancia, la hermana de Nick, brilla por su carácter borde), genera una rara empatía con el espectador involucrándole profundamente hasta su pasmosa resolución. Es difícil ahondar más sin entrar en uno de los muchos spoilers posibles, y es que esta es una película de esas de las que sale uno hablando de la sala.
Para fans y no fans de Fincher, una historia sencilla que sin darnos cuenta se torna muy complicada...para nuestro disfrute y más.

1 comentario:

  1. Muy bien explicado lo que es esta gran película. Me quedo con lo de que todos son víctimas de todos. La máxima de "quien te quiere, te hará sufrir" podría ser una especie de leitmotiv de esta película.

    Gran entrada, saludos

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