Existen acontecimientos, fastos, que nos ponen en sintonía con nosotros y con el niño que llevamos dentro. Como no me canso de repetir, al menos esta semana, mi reciente visita al Festival de Sitges (que tanto disfruté) causó un conflicto de fechas (presentación de Manual de superviviencia para cinéfagos...bueno, bonito y barato, ya tardan en adquirirlo) que provocó que me perdiera uno de ellos, en concreto el apoteósico estreno de Empusa, la película póstuma de Paul Naschy. Por ello hoy hacemos una pausa (otra) para resarciros y destripar esta increíble obra audiovisual
Misterios arcanos, seres de ultratumba y miedos de esos que subyacen en lo más íntimo del alma humana...de todo eso habla la cinta, y más...el asunto es que temas tan profundos se adornan con diálogos sonrrojantes, vampiros novatos y deprimidos, desnudos gratuitos, looks irrepetibles (el asombroso arte de la peluca o las vampiras ataviadas con camisolas semitransparentes de esas de ir a la playa), émulos de Van Helsing (muérete de envidia Hugh Jackman), zombies al más puro estilo Un hombre lobo americano en Londres y fauna local desatada ( o eso afirman sus protagonistas)...con lo que ello conlleva.
Nos encontramos ante la historia de un erudito del ocultismo (algo que no dejan de recordarnos durante toda la cinta, incluso personas que le acaban de conocer, que se toman casi de inmediato unas confianzas...) encarnado por Naschy y un marino al que da vida el siempre excelente Antonio Mayans que, en uno de sus paseos por la costa, se encuentran una mano cercenada y en lugar de avisar a la autoridad competente el primero decide llevársela a casa, a lo que seguirá la aparición de una serie de cadáveres y un comportamiento extraño por parte de las gaviotas, señales de que una amenaza sobrenatural se cierne sobre el pueblo, en forma de las terriibles vampiras conocidas como empusas, cuya lucha interna por el poder dejará un rastro de locura y muerte. Sí, así escrito sobre el papel suena bastante épico, pero los diálogos descacharrantes aun involuntariamente (alguno no desentonaría en un buen sainete como la historia de la antepasada del millonario asesinado), las bizarras transiciones, el maquillaje (más que decente pero con curiosos elementos fulcianos como la lombriz pendiente de la mejilla) convierten esta pieza en una obra maestra del humor bufo pero que se revela realizada con un cariño inusitado por el género así como nos permite disfrutar aparte de la labor de Naschy y Mayans de la de una serie de rostros conocidos como Saturnino García, el inolvidable Justino. Y para el recuerdo las profundas reflexiones sobre el papel de la ley...inenarrable Una película de esas que te hacen disfrutar a unos niveles que Hollywood nunca llegó a pisar, y como pieza inusitada no se le puede dar una calificación típica, así que les dejamos con un dibujo de Naschy tal como se arregla antes de lanzarse a la caza del vampiro.
Muy, muy divertida, para ver en grupo y cuando más grande, mejor.
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