Por larga que sea la historia de la humanidad la gran cicatriz que dejó en la faz del mundo la II Guerra Mundial sigue siendo la base de numerosas obras de ficción que demuestran que el horror no se puede dejar atrás. Buena muestra es esa impactante "La zona de interés" que impactó y se llevó premios a partes iguales, capaz de triturar al espectador más curtido sin ver nada, y que entra dentro de esa corriente en la que los verdugos, como en "Hundimiento", acaparan el protagonismo. La última en llegar es una producción alemana protagonizada por uno de los nombres más infames y conocidos del conflicto, Goebbels, con una historia destinada a demostrar que hay cosas que no debemos olvidar para evitar, aunque parezcamos condenados a ello, repetirlas: "El ministro de propaganda".
Creativa traducción del original "Fúhrer und verfúhrer" (algo asi como führer y seductor) la cinta abre con una sutil escena en la que mientras Hitler surge de las sombras su ministro de propaganda y familia pasan a sumergirse en ella. Este extraño abismo que nos devuelve la mirada es, como sospecha el espectador avezado, el bunker en el que parte de la cúpula del partido va a encontrar su tumba, buena y escalofriante metáfora de lo que está por venir. Pero no hay que adelantar acontecimientos, ya que la película nos va a llevar a la Alemania previa al comienzo de la guerra para presentarnos a un Goebbels superado por su propia ambición, convertido un poco a su pesar en simbolo como pieza de lo que habría de ser el concepto de familia ideal para el Reich, junto a Magda y sus hijos, frente a un Hitler soltero (algo que afectaría profundamente a su vida personal al no ser un matrimonio precisamente bien avenido) pero que esta dispuesto a todo con tal de ser el primero solo por detrás del Führer.
La película nos llevará así por todo un mundo de manipulaciones en la que hasta lo más nimio se aprovecha en pro de la imagen del partido, en el que lo que interesa se magnifica, los discursos se pulen hasta lo que parece un desliz improvisado y el cine jamás será un mero entretenimiento. Y junto a esta distorsión de mensajes y valores podremos ir viendo en forma de imágenes de archivo todas las consecuencias de las acciones de un hombre que sin empuñar un arma, solo su lengua, consigue cosificar a millones de seres humanos para reducirlos a nada y a otros millones para convertirlos en herramienta del odio más irracional.
Con vocación de recreación documental " El ministro de propaganda" es una película sencillamente terrorifica. Desde ese Hitler que firma sentencias de muerte mientras come tarta a esas imágenes reales que invitan a apartar la vista esta cinta además de una buena aproximación histórica es una obra que nos muestra una nueva facción de un periodo que creemos conocer bien. Con una eficaz ambientación, aunque sus valores formales palidecen frente a la fuerza de su mensaje esta es una pieza que por desgracia resulta totalmente necesaria. Lejos del secundario recurrente o la figura casi caricaturesca de títulos como "La niña de mis ojos" este Goebbels demuestra mientras asistimos a episodios tan emblemáticos como la operación Valquiria o la derrota de Stalingrado como la pluma en más poderosa que la espada y se transforma así en arma terrible. Una película poderosa, para amantes del buen drama histórico, que se cierra con el testimonio de una superviviente del holocausto que ni ha perdido ni perderá vigencia y que terminará de desarmarnos por completo. Esta biografía duele y hace pensar. Nos corresponde a nosotros decidir si aceptamos su lección.
"El ministro se propaganda" llega a los cines el 29 de noviembre.
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