Por desgracia todavía hay muchos a los que eso del pequeño Nicolás les suena más a un personaje que se hizo popular en telediarios y programas sensacionalistas hace ya unos añitos, pero por suerte para muchísimos más es uno de los clásicos de la literatura infantil y del humor, y para rematar de esos que consigue conquistar tanto a niños como a adultos. Ahora que ya nos faltan sus dos padres, Goscinny y Sempé, "El pequeño Nicolás" llega a los cines en formato animado, y en ella no es solo él el protagonista sino sus dos creadores.
No es la primera vez que el personaje llega a la gran pantalla (ya hubo una versión en imagen real en 2009) pero en esta ocasión se ha optado por partir de su mismo nacimiento, en un café parisino en el que se reúnen su guionista y dibujante, viejos amigos. La película irá así desgranando las peripecias y travesuras de Nicolás, en las que no faltan muchos de sus secundarios habituales, a la par que nos va narrando muchas de las vivencias de Sempé y Goscinny. Fraccionado en forma de pequeñas píldoras, de lo intrascendente a la tragedia (La II Guerra Mundial) "El pequeño Nicolás" sabe respetar la esencia del personaje, tanto argumental como gráficamente, presentándose con una cuidada animación que distingue realidad (la parte de sus creadores, aunque se mantienen en continuo diálogo con una versión en miniatura de su creación) de la ficción, enmarcándola en una nube que recuerda poderosamente a los bocadillos de los cómics, un recurso usado con inteligencia.
"El pequeño Nicolás" es una de esas películas que supone tanto un precioso homenaje al oficio de creador como a las figuras concretas de dos artistas de la talla de Hergé y Goscinny. Con buen sentido del humor (bastante blanco, en la linea de los libros), un ritmo ligero y una sensibilidad que se dispara en los momentos más trágicos esta es una de esas obras que, aunque divierta a los niños, está llamada a conquistar a los adultos.
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