Aún estando en lados opuestos de la mesa profesores y alumnos en ocasiones no son tan distintos. Los profesores de Saint-Denis, crónica de un curso en un colegio parisino, es el espejo, en ocasiones ácido, en otras dulce, de esta relación casi simbiótica.
A pesar de la llegada de una nueva supervisora parece que las cosas cambian poco si no cambia el sistema...o al menos eso parece defender este drama con toques cómicos y un fuerte aroma costumbrista.
Sin ser una película que presente un guión con una clara trama central, presentando las pequeñas historias personales de los profesores y los alumnos de los cursos más rebeldes ( los llamados sin optativas, y no por su derecho de elección sino porque solo asisten a las asignaturas básicas). Defendiendo la importancia de la motivación, aunque está no parece ser suficiente, sabe ser cine social sin perderse en exceso en ínfulas moralistas y consigue hacerlo gracias a unos personajes tremendamente carismáticos, logrando hacernos cómplices de sus angustias, sus deseos e incluso sus gamberradas. Y no solo de los propios alumnos.
Rodada con mimo, con escenas tan bien orquestadas como ese montaje paralelo entre la fiestas de adolescentes y la de adultos, y acompañada por una banda sonora que complacería a sus propios personajes (incluyendo una versión de Gangsta's Paradise) la película sabe hacernos reír, con momentos tan desternillantes como la traducción en la reunión escolar o la competición de castigos, pero sin dejar de lado el drama de muchos jóvenes que ya se ven destinados a un futuro gris sin el ánimo de cambiar sus circunstancias siquiera.
Una historia sencilla que, sin renunciar a algún tópico, consigue resultar humana y generar un debate que no por conocido resulta menos necesario.
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