Continuación estricta de Padres por desigual, también comedia familiar con puntito navideño su secuela esgrime desde sus primeros momentos su carácter de film festivo, llevando a la familia de la primera parte (padre, madre, padrastro y nuevo ligue del padre más trío de niños), bien avenida tras numerosas trifulcas, a un nuevo conflicto de las manos de sus abuelos, exageradas caricaturas de los personajes de los padres (hiperblando e hiperduro) que consiguen dar cierto sabor a una cinta que sigue los derroteros de la original, destacando ese Mel Gibson que parece pasarlo bomba ejecutando su propia caricatura (solo le falta pasearse con un kilt) pero que acaba haciendo en los últimos instantes de proyección algo que no había hecho en toda su carrera...y ahí lo dejamos.
Una complaciente combinación de gags físicos y puyas verbales que en algún momento se deja llevar por lo políticamente incorrecto (todo el episodio de la caza del pavo...impagable la confesión de la niña a las enfermeras) pero que mantiene durante su práctica totalidad su carácter de entretenimiento familiar, incluyendo un catarquico final que hasta se permite reflexionar sobre el papel del cine en la vida de la gente y en el que la música sigue teniendo mucho peso y en el que, al igual que pasaba en la primera parte se demuestra que todo puede arreglarse sin violencia...pero sí haciendo el ridículo. Y es que siguiendo las normas de Hollywood la familia que hace el ridículo unida permanece unida...o esa sería una de sus posibles lecturas.
Humor de ese que hace sonreír pero sin dejar poso en el espectador, aunque quizás algún momento le haga reír a mandíbula batiente durante una hora y media de cachondeo con buenos sentimientos para niños, no tan niños y fans de un Mel Gibson que vuelve al terreno de la comedia ejerciendo de tipo duro.
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