No sé quien abrió la caja de los truenos, pero si hay un género que se asocie rápidamente al cante y baile sin mostrar como etiqueta primigenia la de musical ese es sin duda el cine de animación. Risueños animalillos y rubias princesas siempre han cantado al son muchas veces de espectaculares bandas sonoras cuando están tristes, cuando están alegres e incluso cuando van a empolvarse la nariz (eso del Let it go, o más apropiadamente en su versión en castellano, Suéltalo, parece que va por ahí...¿no?) pero si alguien dió la patada en la puerta demostrando que muchas veces se puede recurrir (y que quede bien) a éxitos comerciales esa es la saga Shrek, con canciones desede Leonard Cohen a Ricky Martin. Y en esa escuela entra la película de la que hablamos hoy, hoy toca Trolls.
Los bergen, unos horribles y amrgados monstruos, solo pueden lograr la felicidad una vez al año durante el trollsticio, cuando devoran un troll, los seres más felices del universo, que se pasan el día cantando bailando y abrazándose, Pero un día todo los trolls escaparon dejándolos sumidos en sus miserias. Veinte años después la princesa Poppy decide conmemorar con una gran fiesta su milagrosa huída sin sospechar que la antigua cocinera del rey bergen, en el exilio desde su escape, puede estar escuchándoles, tras lo que capturará a varios de ellos. Pero Poppy está resuela rescatarlos y con la ayuda de Branch, el único troll que no quiere cantar, partirá a ciudad Bergen, con más ilusión que un plan concreto.
Película de animación tridimensional con una gran selección de éxitos musicales (desde Celebration o Total eclipse of the heart a Hello de Adele o Can't stop the feeling , adaptadas convenientemente en su versión en castellano) la película nos presnta dos mundos sustancialmente distintos, el oscuro reino de los bergen (que para rematar nos obsequia con un pequeño guiño a El resplandor) y el de los trolls, luminoso y chillón, para contarnos un cuento de buenos y malos con rinconcito para más de una sorpresa.
Con un diseño casi psicodélico de personajes y ambientaciones, todo un festín imaginativo que da para mucho gag físico (la canción de Poppy cuando emprende el rescate, en el que descubre a particular fauna que puebla el bosque) y que, en el caso de los trolls, nos remite a los populares muñecos de los 90 (a los que se permite un simpático guiño en la escena de la huída), la película tiene una base tradicional y unos personajes que encajan bien con muchos tópicos, pero a los que sabe sacar un gran partido incluso homenajeando algún cuento tradicional (Cenicienta).
Nos encontramos así una película que podría haberse quedado simplemente en un cuento al uso pero que saca lo mejor de sí en un particular sentido del humor que no esquiva lo escatológico aunque sea de un modo ligeramente "elegante" (la lluvia, las explosiones de purpurina...), y que sabe jugar con los caracteres de sus personajes (la escena del únker), con un guión divertido y bien orquestado así como un ritmo que logra que ni el espectador adulto pierda el interés por una historia tan sencilla como bien contada.
Con unos espectaculares núeros musicales, algunos tan hermosos como el que se desarrolla dentro de la olla del trollsticio, la película, sin llegar al abrumador aspecto visual de otras cintas recientes como Vaiana, presenta una animación atractiva, fresca y nos egala una historia de esas que consigue contagiarnos con su buen humor. Tal vez no sea la mejor cinta de animación de este año pero sin nos proporciona una hora y media de auténtica diversión, y un buen saor de boca de esos que duran días.
Gran película para los más pequeños pero con buenos guiños para los adultos Trolls es una pequeña delicia para niños de todas las edades.
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