Parece que de un tiempo a esta parte, en conexión a esa crisis global de la que todavíano ehemos logrado zafarnos, hay una tendencia a crear un cine cuya raíz quizás podría conectar con el cine político de los 60 o 70 pero que bebe de un factor que arrolla su argumento: el monetario. No, no hablo de la búsqueda del blockbuster, eso es un matiz que anhela todo estudio que realiza una película por pequeña que sea, sino de películas, muchas veces inspiradas en hechos reales, en las que el patrón oro casi es un personaje más y que nos ha dejado cintas tan recomendables como El lobo de Wall Street o La gran apuesta, y que ya se está ganando el tener un nombre de subgénero propio (¿dolar ópera? ¿pasta ficción?)...con armas por medio pero muy cerca nos llega Juego de armas
David es un joven masajista que internta ganar dinero infructuosamente vendiendo unas sábanas en las que ha invettido todo su capital. Sin embargo casualmente vuelve a encontrarse con su mejor amgo de la infancia, Efraim, que ha hecho mucho dinero vendiendo armas por internet con su pequeña empresa y cuyo cliente principal es el ejército de EE,UU. Cuando David descubre que su novia está embarazada la falta de dinero le angustia pero Efraim le propone convertirse en su socio, consiguiendo que poco a poco la compañçia vaya creciendo. Pero un día llega el contrato que, de conseguirlo, puede hacerles millonarios: el contrato afgano, y las cosas no serán precisamente sencillas.
Basada en hechos reales Juego de armas nos cuenta la historia de dos jóvenes inmersos en un jugoso negocio que en ocasiones parece venirles grande pero del que saban salir airosos gracias a la picaresca e incluso a la misma suerte.
Arrancando con un cliffhanger en toda regla y narrada en primera persona la película nos lleva de la mano durante varios años en la relación entre David y Efraim, dos maigos a los que solo parece unirles los recuerdos del pasado y su afición al consumo de drogas, revelando como la figura de un Efraim que siempre parece tener la situación más que controlada incluso en los momentos más difíciles (la compra de la marihuana) consigue arrastrarlo a un mundo en que en un principio se siente inseguro y por el que es capaz hasta de mentir a su pareja (algo que generará los principales conflictos emocionales de la historia).
Juego de armas nos cuenta la historia mil veces contada en el séptimo arte de un meteórico ascenso que conlleva una gran caída (ojo a la metáfora nada sutil del ascensor) y sabe hacerlo con grandes dosis de comedia, con una primera parte que es prácticamente una simpática buddy movie (solo que en vez de policías aquí son traficantes de armas) que consigue crear buenas dosis de complicidad con el espectador mientras que su segunda parte se tornará mucho más oscura ( y no solo poruqe la acción pase de centrarse en Miami y la luminosa Jordania a una Albania casi fúnebre) tanto en la trama como en la relación entre los personajes haciendo que afloren los fantasmas que se resitían a salir en su primera hora, perdiendo sim embargo un poco la garra de esta.
Con un buen elenco de actores entre los que destaca un inmenso (en todos los sentidos) Jonah Hill que en esta ocasión deja de ser el sidekick para convertirse en el amo del cotarro desde su primera aparición en la película (con unos ligeros aires de mafioso que conectar perfectamente con la obsesión del personaje por Scarface, película de la que hasta tiene una imagen en el despacho), la cinta sabe contarnos una historia interesante (eso sí prácticamente desconocida poe estos lares a pesar de su eco en EE,UU) y con buen ritmo, una historia con aroma clásico pero con espíritu posmodeno, que sabe pasar de un humor casi teen a las conspiraciones en las altas esferas, y que sabe dejar el buen sbor de una historia sobre una amistad en la que muchas veces las cosas no son lo que parecen.
Curioso acercaminento a un polémico mundo presente en otras cintas como El señor de la guerra esta suerte de lobo de Wall Street armado hasta los dientes supone sin embargo una cinta tan polémica como divertida, con unos actores que parecen estar en su salsa.
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