Legos del Monigotorium

lunes, 29 de junio de 2015

MOLTO VIVACE

El club de cine El pez eléctrico ( C/ Pez 40) vuelve a hacer de las suyas...tras la memorable sesión doble de la semana pasada, superando las inclemencias del tiempo (que con el calorazo casi se derriten proyector ...y proyeccionista, suerte que en el interior hace fresquito) y tras una reñidísima votación entre Sonatine, el clásico de Kitano, Caído del cielo de Dennis Hopper y Allegro non troppo, fue esta última la que se ganó el derecho a ser proyectada ayer en pantalla (más o menos) grande.
Una película que me causó un impacto inenarrable (digamos que no volví a ser la misma) en mi más tierna infancia, cuando la televisión pública se permitía poner joyas como esta y, pásmense, en horario infantil, y que por su escasa fama me permití la osadía de proponer. Me alegra poder agradecer a los organizadores y a todos los que la votaron la oportunidad de recuperar el que, para mí, es un clásico. Y me alegra también comprobar que el resto de los asistentes disfrutó al menos tanto como yo.
Pero entremos en harina. ¿Es posible que exista una película que adoptando la premisa esencial de Fantasía (música clásica convertida en piezas de animación) presente un auténtico festival de ironía, erotismo y crítica social con un envidiable sentido del humor, arranques de nostalgia y poesía. y que encima quede bien' ¿Y que encima sea italiana?. La respuesta esta contestada por anticipado. Es Allegro non troppo.
Partiendo de la aclaración, con toda la jeta y a la vez toda la razón, de que esta película no tiene nada que ver con esa tal Fantasía de Prisney o como se llame (así lo afirmna ellos) la cinta nos presenta a una orquesta de cándidas ancianitas y un dibujante (encadenado a la pared cuando no trabaja) que interpretarán bajo la batuta de los malévolos director de orquesta y presentador una serie de composiciones de autores de la talla de Ravel o Stravinsky a su vez transformados en dibujos animados.
Con un estilo vivaz y ligérsico, y una apabullante paleta de color, Allegro non troppo (título que proviene de la indicación rítmica y que podríemos traducir como Allegro pero no mucho) aborda algunas temáticas que ya vimos en fantasía como la mitología, la religión  o los dinosaurios, pero que aquí trocan el candoroso amor entre centauros por el erotismo entre sátiros, el dulce Ave María en la tentación del fruto del Edén y los dinosaurios en unos bizarros seres que, acosados por un maquiavélico primate, evolucionan al son del Bolero más famoso.
Con un estilo irreal y caricaturesco, que nos remite a toda la animación underground de los 70, pero también a cintas tan emblemáticas como El submarino amarillo o los cortos de Terry Gilliam en su etapa monty Python, la cinta huye de cánones de proporción y belleza y crea un mundo de estilo constantemente mutable que le da un aspecto único.
Y por supuesto se permite añadir nuevos mundos, como el de una sociedad que imita lo que le llama la atención hasta extremos absurdos (y casi logrando su aniquilación, cosa que no ocurre porque en el fondo no es tan tonta), el poder de los recuerdos personificados en un gato abandonado o el drama que conlleva para los seres más pequeños (una abeja pelín maruja en este caso) la invasión del campo por parte de los domingueros. Y para nuestro deleite se suma una buena tanda de microcortos tan brillantes como el del monigote que enviado a robar comida alcanza un final trágico o todos los candidatos a "gran final", en los que no escatima momentos tan gore como el de la llegada a meta o el del beso caníbal, un bello homenaje a la Sabrina de Wilder  que no desentonaría en una moderna cinta de Bill Plympton.
Un auténtico deleite para los fans de la animación, desde la tradicional a la que incorpora eleementos de imagen real ( en el corto del gato) o la stop motion. Una película original, con piezas brillantemente animadas (el fragmento de Ravel quizás lo más apabullante) pero que no se permite ninguna clase de tabú, pasando de una elegante concepción del erotismo (Presludio a la siesta de un fauno) a la sátira más brutal (El pájaro de fuego) pero sin abandonar en niugún momento la poesía.
Una delicatessen de una de las escuelas de animación más desconocida, la italiana (si se quedan con ganas aun hay más y la página de Bruno Bozzetto en la red es un buen muestrario), una perla del cine para adultos que probablemente encandilará también a los niños, si bien probablemente no capten toda la acidez de esta obra. Y si no la han visto, ya tardan.
Solo una palabra: maravillosa...y encima no pierde con los años, la jodía...

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