Legos del Monigotorium

jueves, 26 de febrero de 2015

A TIRO LIMPIO

Cuando Clint Eastwood se paseaba por el polvoriento Far West de Almería allá por el siglo pasado nadie sospechaba que bajo aquel poncho mugriento se ocultaba el talento de un cineasta con garra capaz de deleitarnos con películas tan maravillosas como Sin perdón, Mystic river o Million dollar baby, todas ellas cintas acreedoras de merecidas buenas críticas y múltiples premios. Cuando asmó las orejas sus última obra, con media docena de nominaciones a los oscars bajo el brazo (de las que se llevaría el correpondiente a la mejor mezcla de sonido) podíamos temernos los mejor...o lo peor, tras sus patinazos más recientes (como la ambiciosa J. Edgar). Ayer salimos de dudas y por eso hoy hablamos de El francotirador.
Cinta biográfica sobre el marine Chris Kyle se abre con una escena impactante: una pareja de soldados apostado en la azotea de un edificio vigila la calle por donde avanzan sus compañeros para descubrir que una mujer y un niño pequeño se acercan armados con una granada, tras lo que uno de ellos apunta y...dispara. No llegaremos a ver el desenlace hasta minutos después, cuando nos haya presentado a nuestro protagonista, un cowboy de rodeo, tirador desde muy niño, que se enroló en los marines y más tarde luchó en Irak, donde causó tantas bajas como francotirador que se ganó el apelativo de "la leyenda", hasta que decicdió volver a EE.UU. y dedicarse a su familia y a auudar a otros veteranos. Si bien Clint Eastwood nos ha demostrado que puede crear un buen western y una buena cinta bélica esta película se presenta pronto como un curioso híbrido, con un protagonista texano que empieza siendo vaquero y que más tarde, como no puede dedicarse a cazar bisontes o indios marcha a Irak por "estar cabreado" (literalmente...también nos regalará otras perlas como que dispara mejor a "algo que respira"), dando lugar a una parte central del film que no se presenta muy lejana de la supervivencia en la frontera ante un enemigo hostil que apenas conoceremos a diferencia de otras películas del género (el malo por excelencia de la cinta, otro tirador de élite, no tiene frase alguna y es tan malo que hasta juguetea con los proyectiles...no me atendré a los aspectos reales de la historia en que se basa la película pero detalles como este o el uso del logo del personaje de marvel El castgador -Punisher- en uniformes y vehículos del ejército americano infantilizan notablemente la película-). Así nos encontramos con una ristra de personajes parcos en profundidad psicológica, con ligeros atisbos como la infancia de un protagonista con un padre que le educa con dureza (relevante el discurso sobre lobos, ovejas y perros pastores...es difícil salir del símil rural), pero que no deja de ser un macho alfa de esos de mano larga, simpleza de miras (por mucho que intente mostrarnos en un par de escenas sus dudas al disparar) y con pocos remordimientos (como se ve en la entrevista con el psicólogo) , así como una partenaire femenina que no aporta todo el conflicto derivado de una guerra terrible que hace que apenas vea a un marido (que la noche que se conocen le sujeta el pelo mientras ella vomita...me resulta un romanticismo un tanto extraño), que parece sólo volver para dejarla embarazda (eso sí, llora como una Magdalena porque no sabemos si es por casualidad o por gafe la mayoría de las veces que estan hablando comienza un tiroteo de los gordos o similar), mientras que el resto quedan reducidos a meros comparsas que en en su mayoría se limitan a alabar la labor del protagonista. Incluso escenas de pretendida tensión se revelan inconsistentes como aquella en que Kyle sube a la azotea para encontrarse a un furioso perro encadenado (¿por qué no le dispara primero? si el enemigo ya conoce su posición..) en un metraje que en sus primeros instantes (la escena de la mujer y el niño) prometía mucho más. Y sólo en los últimos momentos de la película se introducirá con más fuerza el problema real de la vuelta al frente tras una bella escena, lo mejor de la película y casi deudora del cine mudo (se trata además de un film en el que priman más los efectos de sonido que una mermada banda sonora) en que todo el batallón desaparece en una tormenta de arena mintras los evacuan, mostrando los arranques de violencia (ojo nunca contra seres humanos...americanos se sobreentiende, una vez visto el resto del metraje), su primera reticencia al volver a casa (pasa primero por el bar) y sobre todo el revelador plano (no excesivamente original pero sí bien resuelto) en que encontramos al protagonista ante el televisor viendo lo que presumimos es una película de guerra, para descubrir que el sonido sólo está en su cabeza ya que el aparato ni siquiera está encendido. Pero son momentos que parcecen casi introducidos con calzdor a última hora, en una historia que parece arrastrarse a trompicones, pasando con gran rapidez del rodeo al típico entrenamiento con duro instructor, para pasar casi de puntillas por los dramas familiares de Kyle paralelos a la guerra (persomajes que aparecen y desaparcen o que de repente están muertos y sólo lo sabemos por algún diálogo), y que si bien asoma un pequeño destello (como la brutal tortura del niño de la familia que le ha delatado por parte de "El carnicero") del drama de la población civil, nos da sólo el punto de vista del "héroe" , con una visión plana y "patriótica" del conflicto que no favorece a una cinta que, en manos de Eastwood, al menos el que descubrimos en Cartas desde Iwo Jima, habría dado mucho más de sí. Y ese final de los títulos de crédito con imágenes de archivo reales y que convierten la cinta en toda una elegía le hace flaco favor.
Para patriotas americanos enfervorecidos y completistas en materia de cine bélico, una cinta más bien planilla que prometía mucho más.

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