Legos del Monigotorium

martes, 13 de enero de 2015

DE CAPA CAÍDA

El cine siempre ha sido un compañero fiel de los héroes...los superhéroes son ootro cantar. Con plenos como el Superman de Donner o el Batman de Burton el asunto superheroico fue dando tímidos saltitos tímidos. algunos en forma de casposos telefilmes para asegurarse los derechos de autor, hasta que hoy, en pleno siglo XXI, se han afianzado como un valor segurode cara de la taquilla y muchos creadores darían su brazo derecho por una pequeña porción del pastel. Pero ¿que sucede cuando el relumbrón cesa  y toman forma otros valores como el prestigio?...una de las muchas respuestas posibles nos la da Birdman.
 Partamos de que nuestra cinta de hoy no es exactamente una película de superhéroes, más bien este es un elmenteo oscuro que planea (y nunca mejor dicho) sobre la psique de nuestro héroe, un maduro actor que, tras haber saltado a la fama hace muchos años por su papel de Birdman, por el que todavía le recuerda la mayoría con cariño, (absolutamente deliciosa la elección para este papel de un magnífico Michael Keaton que acaba de alzarse con un globo de oro por el mismo) decide poner toda la carne en el asador para escribir, dirigir y protagonizar una obra de teatro que le devuelva un prestigio que en realidad nunca tuvo, viéndose sumergido en un duro conflicto interno entre la voz interior que le recuerda lo que es brillar como una estrella de Hollywood (poderes incluídos) y su nuevo objetivo de mutar en actor de prestigio, en lo que tendrá mucho peso la aparición de un nuevo actor obsesionado con añadir realismo hasta términos absurdos (un Edward Norton capaz de solicitar un aparato de rayos uva porque su personaje debe tener el cuello rojo o de echar a perder una escena de un ensayo con público porque le han cambiado la ginebra, que es lo que debe beber su personaje, por un inofensivo vaso de agua). Nos encontramos ante una alocada visión del mundo del teatro, algo que no es nuevo por estos lares, pero que sabe salir airosa gracias a un humor negrísimo (la reacción de Keaton ante el accidente de uno de sus compañeros al comienzo de la película), un grupo de actores en estado de gracia incluso en roles que no son los habituales (ese Zach Galifianakis que contrariamente a lo que nos tiene acostumbrados es la voz de la razón) y a una serie de opciones estilísticas que nos ayudan a sumergirnos todavía más en el universo teatral, como la opción de usar el plano secuencia, el uso de las tres unidades (la acción, menos coral de lo que podríamos presuponer en un inicio, dura tres días con sus correspondientes amaneceres y se circunscribe básicamente al teatro y sus alrededores con la salvedad del arco final) o el inteligente empleo de los elementos intradiegenéticos (esa banda sonora por parte de un batería que aparece en los lugares más insospechados o ese parlamento de Macbeth que, contrariamente a lo que podríamos pensar en un primer momentono, está en la cabeza del protagonista sino que es declamado por un hombre que pasa por ahí). Se trata de una película inteligente, hecha con mimo, que sabe moverse sibilinamente entre los niveles de realidad y fantasía, partiendo de dos escenas más propisas del cine fantástico (un meteorito que se cierne sobre la tierra y un hombre que medita levitando) para conducirnos a una trama pretendidamente realista (aunque tiene lugar hasta para las brujas..ahí tienen a esa crítica teatral, casi hija espiritual de Anton Ego, que sin embargo será relevante en ese final con bizarro ex machina que vemos venir pero nos negamos a creer) que se verá interrumpida a menudo por una irrealidad (la primera vez que el protagonista recita el texto de los dos anicianos enamorados del hospital, un momento mágico subrayado por la iluminación que rápidamente quebrará otro de los personajes) y por una fantasía que no estamos seguros de si se encuentra solamente en la mente del protagonista, en un juego que salpimenta con gracia todo el metraje. Una película sobre la magia del teatro que sabe que la magia, como demuestra su ambiguo desenlace, puede ser muy real.
Sobre, para y por el teatro, una comedia negra que sabe sorprendernos.

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