Cuando nos topamos con la palabra "lobos" en el título de una película enseguida nos viene a la cabeza esas míticas criaturas que bajo el amparo de la luna llena se dedican a destripar incautos, independientemente de si en su vida privada optan por pasearse sin camiseta y pegarse con vampiros de medio pelo para intentar azucarar el churro, para horror y desesperación del público. La película de hoy, Big bad wolves, sin embargo, nos lleva a otros derroteros, los del "lobo para el hombre" y ese lobo de cuento devorador de niñas inocentes con caperuza roja. Y francamente se agradece.
Bajo la bendición de San Tarantino (algo que sale en el cartel y hasta en la sopa) la cinta comienza casi moviéndose en el terreno de los cuentos de hadas: tres niños, un inocente juego del escondite y una de las niñas se esfuma, sin más, dejando únicamente un zapatito rojo. Pero el cuento no acaba ahí,. porque partiendo de un asunto tan oscuro como los crímenes de un secuestrador y violador de niñas la cinta tira por unos derroteros muy distintos a los que podríamos imaginar. No hay investigación, solo hay un sospechoso,de esos que parecen poquita cosa, y contra ese sospechoso se volverá la furia del padre de la última víctima. Pero esta no es una película americana, es una película israelí, uno de esos cines periféricos que por estos lares desconocenmos bastante a no ser cuando les dan premios (debo confesar que previamente sólo había visto Vals con Bashir, que para más inri es una coproducción, una película dura y brutal de las que realmente te hiela la sangre por la realidad que describe, y cuyos últimos minutos, los únicos no animados, son un auténtico mazazo para cualquier conciencia) y nos lleva a una historia de venganzas poco convencional (quizás lo más parecido pero con otro cariz sea I saw the devil): torturar al presunto culpable del mismo modo que el mutila a sus víctimas hasta que confiese donde están los restos de la última niña que apareció decapitada.
Así sobre el tapete saltan tres reyes: el sospechoso, profesor de religión y padre divorciado, el policía, fuera del caso por llevar su labor demasiado lejos, y el padre de la niña, quizás el más inquietante de este trío (como podemos comprobar en la escena en que alquila la casa para su plan), a los que se unirán brevemente otros personajes como los abuelos de la víctima (aunque a ella sólo laoímos por teléfono sus escenas son de lo más divertido de la película), el perro del profesor o un palestino a caballo que parece rondar sin destino fijo, y que tejen un surrealista tapiz en los que no faltan el humor (incluso con alguna referencia al conflicto árabe-israelí), negrísimo, la sorpresa y ciertos toques de gore, de un modo tan natural que casi ni nos damos cuenta (la reacción del abuelo al descubrir lo que hace su hijo es impagable). Y eso es lo mejor de la película. Los actores están estupendos y el filme está rodado con gusto y habilidad (maravillosa la escena del cumpleaños...que no es lo que parece) pero lo mejor es un guión muy bien hilado, plagado de buenas escenas ( los paseos con el perro, el encuentro del policía con el hombre a caballo...), duro pero muy divertido, que da pequeños giros continuamente, pudiendo pasar los personajes de elaborar un pastel a romper los dedos de una persona con un martillo, y que sabe jugar muy bien con la ambigüedad, sin dejarnos salir de su terreno, de modo que al final solo puede...sorprendernos.
Si todas las películas israelíes están tan bien hechas, por favor, que estrenen unas cuantas más: Big bad wolves es una cinta a reivindicar...y si tienen suerte puede que todavía la sigan poniendo en el cine.
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