El cine ha conseguido que gracias a su magia a veces conozcamos hechos de la historia estadounidense mejor que los que nos han intentado meter en la cabeza vía libro de texto, muchos incluso más por su valor simbólico que su relevancia. Entre los que todavía nos resulta bastante desconocido fuera de su país de origen se encuadra El juicio de los 7 de Chicago, un proceso que sacudió la opinión pública americana...no tanto por otros lares.
Metiéndose rápidamente en harina, dejando que conozcamos los hechos por los que se acusa a los detenidos a lo largo del metraje, la película presenta a un conjunto de acusados, provenientes de distintas agrupaciones políticas que solo parecen tener en común una cosa: el odio que se incitan en las ideologías más conservadoras.
Así partiendo en plena ola de protestas hacia la guerra de Vietnam de un juicio tan mediático como espinoso (y más ante los ojos del espectador actual que se ha enfrentado a los últimos coletazos de la era Trump...pero no entremos en polémicas) la cinta consigue una eficaz combinación de seriedad y humor. Un particular sentido del humor que ayuda al espectador a establecer empatía rápidamente con los personajes, sin eludir los momentos más duros ( el correctivo al acusado de los Panteras negras), y a introducirnos en una trama con fuertes dilemas éticos, pero que no se pierde en tecnicismos judiciales ni pierde un buen sentido del ritmo que logra que sus más de dos horas de duración se pasen en un suspiro.
En un contexto muy distinto, pero de espíritu afin a esa cinta de reciente estreno tan recomendable como La chica del brazalete, El juicio de los 7 de Chicago es una película que plantea como algunas personas son juzgadas por quienes son antes que realmente por los hechos que han conducido a juzgarles. Un relato ácido, con un eficaz montaje y un gran trabajo de un reparto coral, aunque a veces parezca perderse en la caricatura pura y dura (La reacción del juez en los últimos estertores del juicio), y que consigue convertirse en una de esas apuestas del género que atrapa aunque se conozca su resolución. Y como remate una película que no obliga a elegir entre la el espíritu crítico y el entretenimiento. No sé la medida en que se ajusta al hecho histórico real pero "se non é vero é ben trovato".
El juicio de los 7 de Chicago puede disfrutarse en Netflix.
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