Legos del Monigotorium

domingo, 22 de noviembre de 2020

CIUDADANO HERMAN

 

Ver una película, sobre todo si podemos disfrutarla en una sala de cine, es todo un viaje. Aunque por supuesto hay viajes y viajes, no es lo mismo ir al trabajo en metro que una vuelta al globo, y en el caso del cine hay cintas que consiguen transportarnos en más de un nivel. 

Mank es una de ellas. David Fincher, su director, es un autor que en anteriores ha sabido llevarnos de expedición a través de la locura o la ambición humana, incluso a través del tiempo en un sentido inverso al común de los normales, como en El curioso caso de Benjamin Button. Pero en esta ocasión Fincher, tomando como base un guión de su difunto padre, nos transporta al filo de los años 30 para contarnos la gestación de la película que cambiaría la historia del cine, Ciudadano Kane, pero no va bajo el prisma de Orson Welles, sino el de su menos conocido guionista (y según más de uno único responsable de la historia) Hermano Mankiewicz.

Ambientada en una meca del cine entre el esplendor y la decadencia, sin renunciar a un ácido sentido del humor la odisea de un escritor que debido a su carácter y su continuo romance con el alcohol parece condenado a convertirse en sombra, Mank podría ser perfectamente una película rodada en la misma película en la que se desarrolla. El mimo con el que está concebida cada imagen , llegando a su cumbre en la escena de la noche de las elecciones y su espectacular montaje, con un detallismo tan enfermizo que hasta podemos encontrar las marcas de cambio de rollo, hacen de esta obra un auténtico deleite visual que se disfruta aún más conociendo sus referentes, con una hermosa fotografía en blanco y negro que consigue sumergirnos por completo en otra época.

Pero este es solo el envoltorio de un guión tan controvertido como clásico que sabe hacer de la réplica rica en bilis todo un arte. Y que mejor que ponerlo en boca de ese camaleón que es Gary Oldman, que consigue crear un personaje que sabe hacerse tanto amar como odiar, y en torno al cual pivotan una amalgama de secundarios capaces de robar más de una escena a pesar del magnetismo del protagonista, sin renunciar a pequeños guiños a los personajes reales en que se basan (como esa primera imagen de Welles que nos remite a las últimas películas del director).

Mank es una película que enamora a los amantes del cine y conquista a los que simplemente buscan una buena historia de personajes, en la línea de otras cintas de Fincher como La red social. Una excusa perfecta para volver a esas salas que nos están esperando para emocionarnos en pantalla grande. Pero para aquellos que no puedan a principios de diciembre llegara a la pequeña pantalla como una de las grandes apuestas de Netflix.

Mank ya está en cines y en Netflix desde el 4 de diciembre.



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