Después de ese bombazo que ha sacudido las pantallas, premios incluídos llamado Bohemian rhapsody parece haberse abierto la caja de los truenos de cara a biopics de estrellas de la música. Aunque debido a ello pueda no parecerlo el proyecto de una película basada en la vida de Elton John abarca más de un lustro, con llamativas propuestas de casting y amagos de inicio de rodaje que no llegaron a buen puerto. Pero eso ha quedado atrás, es hora del despeque de Rocketman.
Bautizada con el nombre de una de sus canciones más famosas Rocketman opta por el lenguaje del musical puro y duro para contarnos la historia de Elton John desde el descubrimiento de su talento como músico a muy corta edad hasta su decisión en los 80 de abandonar las drogas y alcohol antes de alcanzar un punto de no retorno.
Rocketman tiene un arranque que es puro Broadway, con un Elton John trasfigurado en ángel caído de manera literal, cuernos y alas incluídos, que se dispone a relatar en un grupo de terapia su ascenso al olimpo de la música y la posterior caída en su propio infierno personal, en medio de un vorágine de adicciones varias y carencias afectivas, desde unos padres de poca inteligencia emocional a un amante poco amigo de la monogamia. Una original forma de abrir una cinta más ópera rock que biografía al uso cuya partitura son toda una lista de éxitos que se van asociando a los estados de ánimo de su protagonista y que sonaran a más de uno aun no identificando de entrada esas canciones concretas con el cantante, desde las notas esquivas de un Candle in the wind que no llegamos a oir en su totalidad al I'm still standing cuyo videoclip se recrea al final de la película pasando
Recorrido por la trayectoria vital y musical del astro, con un exquisito toque frívolo y en ocasiones onírico al que contribuyen tanto la escenografía como un apabullante vestuario que pide un Óscar a gritos Rocketman no renuncia sin embargo a los episodios más oscuros de su vida como el consumo de drogas, sin la crudeza de otros géneros pero sin volver al rostro a otro lado, creando un fresco colorista en el que su protagonista es capaz de fusionar la irrealidad un poder casi suprahumano, como en el momento en que con su música hace levitar a toda la audiencia de uno de sus primeros conciertos, con la mayor fragilidad.
Pero dejando de lado una puesta en escena que realmente logra absorber al espectador la gran baza de la cinta son sus actores. Dejando de lado unos parecidos que casi se limitan al departamento de peluquería (oir a Taron Egerton que está gordo es como una puñalada trapera a los esclavos de la dieta) los intérpretes que dan vida al protagonista, desde los más jóvenes que interpretan al Elton John niño y preadolescente al adulto consiguen realmente hacer suyo el personaje y dar el do de pecho demostrando que no es necesario parecerse o hacer una mera imitación vocal sino captar el espíritu del personaje y eso es algo que logran de sobra. A ellos sumarle toda una pléyade de secundarios con unos cuantos rostros conocidos que saben ser el coro perfecto de una historia en la que la música es toda una tabla de salvación.
Una fantasía alocada de maravilloso envoltorio y una historia de caída y superación (aunque esta no lleguemos a verla en todo su esplendor en la pantalla, reducida prácticamente a un renacimiento en forma de canción y traje blanco) que consiguen suscitar el interés para un artista que para muchos simplemente es todavía el tipo que cantó en el funeral de Lady Di, consiguiendo enseñarnos la cara más brillante y más oscura del ídolo. Imprescindible para los amantes del musical...y para aquellos que se dejaron arrastrar por esa vorágine llamada Bohemian rhapsody cuya sombra es ya tan alargada...Rocketman es muy distinta en espíritu pero consigue al igual que esta lo que pretende: dejarnos arrebatar por el poder de la música.
Rocketman llega a los cines el 31 de mayo.
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