Un coloso. Un marginado. A veces un monstruo. En ocasiones todo eso, y más. Ron Perlman probablemente nunca será un astro de Hollywood en el sentido clásico, pero su presencia única le convierte en un intérprete inconfundible. Y un poco de todo lo anterior hay en Asher.
Drama crepuscular sobre un asesino con el pie en la tumba por partida doble Asher centra su historia en un romance entre este y una profesora de danza encarnada por Famke Janssen.
La película sabe abrir con una presentación de esas que enganchan, al mostrarnos las rutinas de un asesino tan metódico como ingenioso ( impagable ese sistema de hacer salir al objetivo activando la alarma antiincendios) atormentado por una soledad fruto de sus años de trabajo como sicario. Pero de ella va a sacarle una relación que es pura bella y la bestia.
Más entrañable que salvaje, añadiendo al cóctel esa madre demente con tendencias suicidas que atormenta al personaje de Janssen y parece invitar a Asher a hacer entrar su oficio en un vínculo que puede redimirle, el espectador se enfrenta a una historia de personajes rotos, con miedo a abrirse a otros seres humanos pero que tampoco quieren renunciar al contacto.
Rodada con mimo, con unos espectaculares contrastes y juegos de sombra entre los que destaca el primer asesinato y unos diálogos de réplica clásica Asher es una película que en ocasiones parece de otra época, hecha con absoluto respeto con el género y que, sin renunciar a los tópicos los emplea con inteligencia. Una cinta sobre seres que jamás podrán renunciar a lo que son, pero para los que todavia hay esperanza.
Asher llega a las pantallas españolas el 5 de abril.
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