Calificada por muchos como docudrama The rider toma como punto de partida la historia de Brady Jandreu, rebautizado para la pantalla como Brady Blackburn, un jinete profesional que tras un grave accidente quele afecta al cerebro y la movilidad de una de sus manos debe cuestionarse si abandonar el mundo del rodeo o continuar a riesgo de un nuevo accidente que pueda dejarle secuelas aun más graves o incluso poner fin a su vida. La particularidad de esta película es el (gran) trabajo de un equipo de actores no profesionales para contar una historia basada en su propia experiencia vital (escalofriante la historia y actuación de Lane Scott, un joven y temerario domador de toros que tras una caída quedó casi totalmente paralizado y privado del habla), pero esto es una mera curiosidad en una cinta que, con la salvedad de una serie de vídeos que ven los propios protagonistas tablet o televisor mediante, no emplea en ningún momento el lenguaje propio del cine de no ficción.
El resultado es una película terriblemente poética, que sabe sacar el mejor partido de unos apabullantes escenarios en la línea de otros atípicos westerns recientes (como la muy recomendable Comanchería), con toda la magia de las siluetas recortadas sobre el horizonte crepuscular y de las amplias praderas de cielo interminable, así como de unos caballos que desde los primeros minutos se transforman en animales casi míticos, y que gracias a la magia de una hermosa fotografía casi nos llegan tanto a la retina como al sentido del tacto, por imposible que esto pueda parecer.Entre ellos unos personajes con los que no cuesta empatizar, personas a las que destroza la rutina mientras que la magia del rodeo consigue revitalizarlos hasta límites indescriptibles. En un clima que a muchos recordará a El luchador, la cinta de Darren Aronofski, encontramos a un personaje que se enfrenta a tener que abandonar (aunque el mismo se repite no es algo permanente) algo que no es solo una profesión, o un hobby, sino un estilo de vida (reveladora la visita de sus amigos cuando el drama todavía está reciente). Algo que lleva casi escrito en su ADN, y que no le llama solo por la fama, o la descarga de adrenalina, sino por un vínculo que se nos puede antojar indestructible con el caballo, y que hace que llegue a debatirse entre la vida, su día a día y el de las personas que le quieren e incluso dependen de él (como su hermana autista), y la muerte que puede arrastrar su verdadera naturaleza.
The rider es una película sobre las decisiones difíciles de la vida en un marco tan clásico como indescriptible. Una fábula melancólica que sabe analizar las facetas de un ser humano que no sabe si emprender un nuevo principio o afrontar el final, con una sensibilidad que ya no cuesta identificar con el aroma del western.
The rider llega a las pantallas españolas el 21 de septiembre.
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