Kings se abre con una escena serena. Una joven camina tranquilamente por la calle, hasta llegar a una tienda, y la oscuridad de su puerta parece tragársela. No es un mero problema de iluminación del establecimiento, sino que se torna en metáfora de la oscuridad en forma de escalada de violencia que va a afectar a todos y cada uno de sus protagonistas, sin importar sexo, raza o edad.
Basada en los disturbios raciales que tuvieron lugar en Los Ángeles en 1992, y que dejarían tal impronta en la cultura popular que darían lugar a numerosas canciones y generarían eco en más de una película, la cinta parte de dos hechos reales, uno recreado (la muerte de Latasha Harlins) y otro referido a lo largo de todo el metraje (los juicios de Rodney King), para contarnos la historia de una mujer de barrio, encarnada por la oscarizada Halle Berry, madre biológica y de acogida de más de media docena de niños, que va a ver como estos dos sucesos alteran el ambiente de su comunidad y su propia vida.
La premisa podría hacernos pensar en una película todavía reciente como Detroit (que narraba unos hechos de 1967) pero esta no se ciñe a una mera noche de pesadilla, sino que muestra como un clima ya enrarecido de por sí, va con los día y la semana a convertir un barrio trabajador en un auténtico polvorín. Probablemente sea más interesante la primera mitad de la película, a pesar de unos fundidos cuyo primer uso sorprende y con el desarrollo de la historia se van tornando manidos, la que nos revela las raíces de los disturbios, presentando detalles como aquella escena en la que el personaje de Daniel raig, tras comprobar que en ningún canal dan otra cosa que el juicio de Rodney King, opta por apagar la televisión para evitar que lo vean los hijos de su vecina. La segunda sin embargo resulta más "correcta" y menos catárquica, con alguna escena que nos resulta gratuita (el sueño erótico), o incluso ridícula (la liberación) y una Halle Berry libre de contenciones que da rienda suelta a más de un gesto forzado (con una boca de sorpresa en la que podría entrar no solo una mosca, sino un enjambre entero).
Pero quizás lo mejor sea la dirección de los actores más jóvenes. Ya su directora nos demostró en la muy recomendable Mustang como puede sacar lo mejor al mostrar las vidas de unos personajes entre la infancia y la adolescencia y en Kings vuelve a hacerlo, presentando a unos niños que incorporan co naturalidad el horror de la violencia a sus vivencias cotidianas sin por ello dejar de ser niños (ahí está ese momento casi festivo en el que disfrutan de la "ofrenda" de los empleados de la hamurguesería mientras se deshacen de los cócteles Molotov que podrían haber empleado para atacar el restaurante).
Kings es como su nombre indica una película de reyes. De adolescentes que aspiran a ser reyes de su destino, pero que, fruto de una perfectamente comprensible indignación ante las medidas de las autoridades, se dejan contaminar por el poder y los instintos. De princesas que juegan con sus muñecas mientras fuera se desata el infierno. De Rodney King. E incluso del camarero de cierta franquicia cuyo símbolo es una corona que demuestra como con el diálogo (y un par de bandejas de comida) puede defender su castillo. Pero sobre todo es una película sobre seres humanos capaces de casi cualquier cosa por otro ser humano, aunque no exista el lazo de sangre. Una película sobre unos hechos que no se pueden ignorar, porque para desgracia de la humanidad, siguen teniendo reflejo en el día a día.
Kings llegará a las pantallas españolas el 31 de agosto.
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