Legos del Monigotorium

jueves, 8 de septiembre de 2016

DE BIGOTES

Todos nos acordamos de las aves de Los pájaros, del tiburón de iden o del gigantesco simio de King Kong, pero pocos animales hay más cinematográficos que el gato. Del perdido amigo de Desayuno con diamantes a la mascota de Alien, este auténtico ssuperviviente (con honrosas excepciones como el pobre animalito de Al interior) es un personaje imprescindible en muchas cintas...e incluso hasta su protagonista...es el caso de Siete vidas. Este gato es un peligro.
Tom Brand lo tiene todo, una gran empresa, una mujer atractiva y una hija que le adora aunque apenas si pueda verle, ocupado siempre en reuniones de negocios y obsesionado por lograr que su edificio sea el más alto del hemisferio norte. El día del cumpleaños de la pequeña decide por fin comprarle lo que estavmás desea, un gato, animal que sin embargo le repugna, y acaba adquiriendo uno en una extraña tienda. Pero antes de que pueda llegar a la fiesta una nueva llamada reclama su atención, y tras un bizarro accidente Tom descubrirá que se haya en coma, pero que su mente ha pasado al cuerpo del felino, y para colmo algunos de sus socios están intentando vender su empresa aprovechando su nuevo estado.
Traducción libérrima de Nine lives esta comedia francesa con equipo americano es una nueva revisión del tema del cambio de cuerpos a modo de castigo irónico (aunque en ningún momento el cuerpo de su protagonista humano actúe como si tuviera un gato dentro...la acción se ciñe a las vivencias del gato con espíritu humano) para un hombre más volcado en su carrera profesional que en su familia.
Dejando claro en sus primeros minutos el gran potencial de los gatos como protagonistas de entretenimiento audiovisual (con una tanda de vídeos de la red de los que probablemente les suene más de uno y más de dos) la cinta sin embargo no saca provecho de ello con una trama tópica u carente de sorpresas que, aun teniendo elementos que podrían dar mucho juego (la repelenete hija pequeña, adicta a las redes sociales, de la primera mujer de Tom o las dos perras de esta...), nunca logra sacarle todo el provecho a estos, contándonos la lineal historia de redención de un hombre egoísta (pero que sin embargo goza de todo el cariño de dos hijos, cada uno de un matrimonio, en cuya relación parece sin embargo no esforzarse) a través de una mágica e inexplicable penitencia.
Siete vidas. Este gato es un peligro tiene más peligro en su título que en la totalidad de su metraje, con una historia básicamente de humor blanco (por mucho que el minino se emborrache, cosa que consigue en las primeras horas de su existencia como gato), casi totalmete carente de acidez (alguna línea se escapa como ls por otro lado divertida referencia vampírica) y que abusa en exceso de unos no demasiado brillantes efectos especiales (la escena de la pluma o de la botella). Una película en exceso simplista, si bien su puto de partida, a pesar de tópico puede llamarnos la atención (que tendrán los gatos) y goza de un reparto lleno de nombres conocidos, pero que no ayudan en absoluto a llenar una película con buenas inteciones, de esas con mensaje conciliador y familiar,  pero vacía de fondo y forma.
Con un perpetuo aroma de déjà vu Siete vidas. Este gato es un peligro es una cinta que deja a medias, un cuento aleccionador sencillo en extremo, que por una sola vez nos invita a pensar que es más entretenido quedarse en casa viendo vídeos de felinos reales que las desventuras de un gato tan soso como el doblado por el desaprovechado Kevin Spacey.
Comedia para niños (cuando más pequeños mejor) amantes de los animales, para los adultos no supone más que una excusa para dar a estos hora y media de diversión y de disfrutable aire acondicionado.

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