Pasarán los años, lloverán buenas críticas y óscars pero al oir la palabra "docuemntal" es inevitable que acuda a nuestra mente la imagan de un bicho triscando por la sabana mientras una relajante y ligeramente grave voz nos informa de lo peculiar de su comprtamiento y de las altas posibilidades de que otro ser, algo más gordo y con bastante más mal café se abalance sobre él para desayunárselo. Pero a ungulados, proboscídeos. cefalópodos y toda la pesca fácilmente se une otro orden animal, quizá smenos asustadizo y mucho más peligroso, un ser que, si es apartado de su hábitat natural, es capaz de las medidas más extremas, Este por supuesto es el cineasta, y hoy hablamos de la última obra dedicada a uno de ellos, la ganadora del último Festival de Sitges. Lost soul: El viaje maldito de Richard Stanley a la isla del doctor Moreau.
Richard Stanley, director de Hardware y Dust devil era un cineasta prometedor. No sin esfuerzo logró que un gran estudio aceptase su proyecto para llevar al cine La isla del Doctor Moreau de H.G. Wells, pero cuando todo parecía estar dispuesto todo empezó a ir mal. Climatologías adversas y continuos cambios de reparto solo fueron los dos primeros obstáculos en el que se convirtió en uno de los rodajes más catastróficos de la historia, y del que pronto Stanley fue despedido, siendo sustituído por John Frankenheimer, que conseguiría finalizar la que se considera una de las peores películas de la historia.
Auténtico cine de cattástrofes, todo lo que nos cuenta Lost soul hacen que este parezca más un mockumentary que una película dedicada a un hecho real. Una historia que comienza como un sueño, cuajado de esperanzas y adornado con las (maravillosas) ilustraciones que quedan del proyecto original (mucho material fue destruído y en la misma película nos cuentan en que circustancias), y cuyo germen conoceremos de la boca del mismo Richard Stanley (en cuya figura se centra la primera parte de la cinta), un megalómano proyecto que casi se nos antoja podría haber sido una de las grandes cintas del fantástico del pasado fin de siglo, y que muy pronto se convierte en una pesadilla con todas las letras.
Con elementos tan surrealistas como el empleo de la magia negra (el mismo Stanley afirma que a ella debe tanto la aceptación de su proyecto como las circustacias que le apartaron de él cuando su chamán sufrió un desagradable accidente) la cinta nos cuenta la historia de un rodaje que parecía estar gafado desde un primer momento, haciendo que se pareciese poco o nada a su concepción original, en el que los actores principales parecían estar más concentrados en sabotearlo desde dentro que en aprender sus líneas (el mismo Brando llevaba un pinganillo desde el que su secretaria le leía un guión que apenas si se había leído) mientras extras y secundarios se pegaban, en las interminables esperas para que estos se dignaran a aparecer en el plató, la juerga de sus vidas merced a unas dietas desorbitadas (punto extra para la historia de Nelson de la Rosa, el hombre más pequeño del mundo, cuyo papel creció exponencialmente por lo simpático que le cayó a Marlon Brando, y que era literalmente el alma de la fiesta).
Lost soul es un documental sorprendente, con un gran sentido del ritmo y terriblemente divertido (de traca la anécdota de Brando y el hombre delfín), una historia bien narrada por la mayor parte del equipo y reparto original (aparte de los fallecidos a Val Kilmer ni se le ve el pelo...en este rodaje es donde debió descubrir que ponerse fanegas era el único modo de parecerse a Brando...a Twixt me remito) que nos deja con la boca abierta y muchísmas ganas de ver otra vez una película tan horrorosa como la que es, por el momento, la última adaptación de este clásico de uno de los padres de la ciencia ficción (se ve que dejó a todo el munco sin ganas de más), para buscar entre sus fotogramas el aparatito auricular de brando o a ese hombre bulldog que tiene sorresa (que aquí no desvelaremos...descúbranlo en el documental). Una de las películas más entretenidas y sorprendentes de este año y un auténtico placer para fans o no del séptimo arte.
Y nada mejor que redondear la sesión con La isla del Doctor Moreau de 1996, tal y como se hizo en la sesión del pasado viernes en la Sala Artistic Metropol (Cigarreras 6) y con comentarios de Carlos "Oso" Palencia. Una sonrojante cinta en cuyos créditos todavíia figura Richard Stanley como coguionista, una película de factura cara pero con un protagonista con la expresividad de muñeco del museo de cera, maquillajes dignos de Muchachada nui y un guión rico en absurdos, y que se une por derecho propio a esa lista de cintas que uno jamás debe ver solo por su propia cordura mental.
Lost soul es probablemete junto a Red army el gran docuemntal de este año, como su nombre indica un auténtico viaje...pero hacia los más inexplorados recovecos de la locura en la mente humana.
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