Legos del Monigotorium

viernes, 13 de noviembre de 2015

BIEN AVENIDOS

Por estos lares nunca nos canasarmos de decir cuanto nos gustan los monstruos, del tornillo de Frankenstein a la última de las quemaduras de Freddy. Pero como pasa en todos los campos hay monstruos...y monstruos. No es lo mismo el gótico vampiro de enjuto rostro y capa de qualité que el oscuro sicario que mata por dinero a sangre fría, y es aquí donde aparece la fractura entre nuestros queridos monstruos de ficción y esos terroríficos monstruos reales que abren telediarios y ocupan portadas de diarios...y esos ya no nos gustan tanto, por no decir nada. En la imprecisa frontera entre ambos nos llega una película basada en hechos reales...hoy hablamos de El Clan (y no precisamente del oso cuatenario).
En la Argentina de principios de los 80 la familia Puccio tiene una vida acomodada, con una tienda de artículos de surf en boga, una bonita casa, un hijo con una prometedora carrera deportiva y contactos en las altas esferas. Pero tras esta fachada se ocultan los horribles crímenes que cometen padre e hijo, autores de numerosos secuestros y asesinatos, mientras el resto de la familia, madre e hijas,  pretende ignorar tales horrores.
Basada en hechos reales la película nos presenta la oscura historia de los Puccio, una familia que se enriqueció a costa de las vidas de amigos y conocidos adinerados, a los que secuestraba pidiendo un jugoso rescate para matar al infeliz secuestrado una vez cobrado este.
Con un comienzo desasosegante, la película se abre, aunque en este primer momento lo desconozcamos, ya que la escena completa solo la veremos antes del desenlace de la misma, de la redada que los conduciría ante la ley y al conocimiento público de los horribles actos de la que parecía una familia más que normal y bien avenida.
Centrada en los principales culpables, el padre, Arquímedes, y el hijo, Alejandro, la película nos regala una historia que logra ser más verosimil gracias a unos actores en estado de gracia, que saen transmitirnos tanto su angustia (de tal modo que alguno se queda literalmente sin aire, como vems en la escena de la bombona de submarinismo) como su odio o su pasmosa frialdad (el padre, aparentemente un agradable anciano que todas las mañanas barre tranquilamente la acera junto a su casa es dentro de ella un auténtico tirano con mano de hierro que incluso cuando sus palabras son amables hace que se nos ponga el vello literalmente de punta) y que consigue sorprendernos con su dureza, a pesar de ser menos explícita visualmente de lo que podríamos pensar en un primer momento) y giros de guión, con un final que, sin destripar nada (bueno, los que conozcan la historia real no se sorprenderán tanto...desde aquí recomendamos, si no se conoce a priori no investigar antes de ver la peícula), deja literalmente con a boca abierta.
Bañada por una atmósfera realista que sabe tornarse irreal con una facilidad pasmosa, gracias a unas opresivas atmósferas (quizás el punto más significativo sea la mesa del comedor, casi un microcosmos dentro del propio hogar que es perfecto reflejo de la opresiva situación a los que los han reducido sus horribles crímenes) y a un uso de la luz antinatural (como en la primera cnversación en la cocina cuando el padre le confirma el destino de uno de los secuestrados y que hace que este casi ni parezca humano) creando un universo que casi parece de otro mundo, casi pudiéramos decir no humano.
Una cruda historia de esas que todavía pueden sorprendernos, eficazmente rodada y con una selecciín musical de lujo, de esas que nos costará quitarnos de la cabeza durante largo tiempo.
Impresionante retrato de las caras máqs oscuras del ser humano, un auténtico cuento de terror que quisiérmos que fuese solamente un cuento.

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