A nuestros amigos los psichokillers no les gusta la ciudad en exceso. Todos sabemos que su háitat natural se mueve entre soleadas urbanizaciones en las que cada vivienda tiene su garaje y su jardincito y los agrestes montes en los que pueden actuar tanto en fechas señaladas como en días anodinos. Pero ¿que pasa en la gran ciudad? es difícil alcanzar ese grado de intimidad, con minúsculos pisos bastante aprovechaditos y paredes de papel que permiten oirlo todo, y que te oigan por supuesto. Sin embargo películas como la televisiva Para entrar a vivir o ejemplos de otros subgéneros tan dispares como el zombie (las dos primeras de la saga Rec) o la comedia negra (La comunidad) nos mostraron que el bloque de pisos es un escenario más prometedor de lo que parece en un primer momento, y su última muestra nos llega con Sweet home.
Alicia trabaja evaluando las condiciones de edificios en un estado cuestionable. Cuando descubre que en uno de ellos solamente un apartamento sigue ocupado por un solitario anciano se le ocurre celebrar el cumpleaños de su novio con una íntima cena romántica en uno de los pisos abandonados, ya este no desea una fiesta con demasiados lujos. Sin embargo la velada se convertirá en una pesadilla al descubrir que no estan solos: un trío de enmascarados ha entrado en el edificio para acabar con su único habitante y con cualquiera que se entrometa en su camino.
Tras una curiosa estadística sobre la oleada de deshaucios que sufrimos (¿alguno está pensando en Dream home? 2010) Sweet home se abre con una escena impactante (que aquí no destriparemos pero que nos hace pensar en cintas como Mientras duermes) que nos remite a los clásicos navideños del género y que deja muy claro desde un primer momento que se va a tratar de una cinta de estética cuidada, con alguna sorpresa y ligeras sensaciones de dejà vu.
Así la cinta empieza de manera pausada con la presentación del escenario y los personajes pero pronto se meterá en harina para convertirse en un alocado tour de force clásico (las posibles víctimas son solamente dos y una por supuesto una heroina de esas con sempiterna camiseta blanca de tirantes que descubre que tiene más agallas y recursos de las que pensaba) con buen ritmo (y una brevedad que se agradece) y alguna idea francamente buena.
Si bien nos enfrentamos a la típica película de angustiosas persecuciones de una amenaza que casi no parece humana encontramos un buen planteamiento que hace que un céntrico edificio barcelonés se convierta en una aislada ratonera ( es noche cerrada de día de diario con una lluvia de esas que invitan poco o nada a pasear, sólo uno de los dos protagonistas sabe donde estan ya que el otro ha llegado con los ojos vendados al ser una sorpresa de cumpleaños, casi todas las ventanas dan al patio central y la que da a la calle visto el resultado diría que peor opción) que casi se convierte en el tercer protagonista de la función, con una conseguida ambientación que gana mucho con un inteligente uso de la iluminación (particularmente destacable ese final en que la chica se ilumina con un tubo de luz verde mientras su perseguidor lo hace con una bengala roja).
Porque si hay algo que destaca en esta película es la fuerza de las imágenes con escenas como la llegada de "los refuerzos" (la versión asesina del Sr. Lobo), el tramo final que tiene lugar en las alcantarillas, el "particular" uso del nitrógeno líquido o los planos centrados en el asesino que persegurá a la protagonista hasta el final, un ser sin rostro (oculto tras una máscara de gas o una capucha) que parece venido de otro mundo, a los que podemos sumar unos protagonistas que generan una justa empatía y algún elemento simpático como la inclusión de un tema de Mocedades en uno de los momentos más angustiosos de la cinta.
En el tintero podemos desterrar alguna incongruencia de guión (la trampa del cinturón), algún elemento chocante (está bien eso de tirar cosas por la ventana para llamar la atención...pero ¿un cadáver?) o diálogos que rozan o sobrepasan lo absurdo (cuando al ser preguntada la protagonista dice que cree que los asesinos son de la inmobiliaria...por mucho que esto pueda ser cierto algo se tuerce en la psique del espectador), elementos que restan fuerza a una película que tiene muchos para cdonvertirse en una eficaz muestra del género.
Nos queda una película correcta que más nos entretendrá cuando menos le pidamos y que gana más cuando se deja llevar por la fuerza de las imágenes, revelando un gran cariño por el género con un comienzo que, oponiéndose a los escenarios clásicos, le da un puntito inicial de originalidad.
Para amantes de las cintas con psicópata, de esos que corren poco pero llegan lejos, eso sí, con menos víctimas de a los que nos tienen acostumbrados.
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