Al pensar en el cine de animación casi siempre nos da la sensaciín de que solo existen dos frentes, el americano con la compañía del ratón superdesarrollado a la cabeza, y el nipón, con sus robots gigantes y deliciosas fantasías miyazakescas a la cabeza. Por supuesto esto es terriblemente simplista, no sólo al hablar de las cinematografías animadas de estos dos países como a la hora de tratar un género, el de animación,. que nos ha regalado este año obras como la deliciosa cinta irlandesa La canción del mar (http://monigotorium.blogspot.com.es/2015/03/syfyeando-3.html) o la divertida película de la oveja Shaun, proveniente de Reino Unido. Y en el caso francés, con permiso de maravillas como Las trillizad de Belleville o El ilusionista, si hay un puntal este son las películas de Astérix. Tras años en que sólo nos han llegado versiones en imagan real los irreductibles galos vuelven al redil de la animación y nos regalan la adaptación de una de sus historietas....hoy hablamos de Astérix. La residencia de los dioses.
En el pueblecito galo en que habitan Astérix y Obélix reina la paz, sólo interrumpida brevemente por la incursión de algún irreflexivo romano. El bosque se alza fuerte a su alrededor, los jabalíes son abundantes y nada turba su rutina. Sin embatgo Julio César no se rinde y decide poner en marcha un plan muy diferente a los que nos tiene acostumbrados: construir una megalómana urbanización de recreo a su alrededor y poblarla de domingueros romanos. Si bien los primeros intentos son infructuosos la compasión que sienten los galos por los esclavos que la levantan hará que den un paso en falso y que los turistas empiecen a perturbar, por decirlo de una manera suave, sus pacíficas vidas.
Basada en el albúm origianal de sus creadores, Uderzo y Gosciny, la película es una divertida reflexión acerca de la irrupción de la civilización moderna (el poderosso imperio romano) en un entorno natural (la aldea gala y sus bosques, que por supuesto es lo primero que se llevan por delante), una idea que no resulta difícil trasladar a pleno siglo XXI en la mejor tradición de nuestros queridos personajes.
Si bien la idea es sencilla es este enfoque el que nos deja los mejores momentos de la cinta, con gags sobre las nuevas leyes de oferta y demanda que suele traer el turismo, especialmente el de nuevo cuño (esa subida de precios brutal de los únicos productos que se venden en la aldea, pescado y armas...perdón, antigüedades, con una competencia que se permite abaratar un céntimo de sextercio), alusiones a las visitas culturales (en las que hasta un menhir abandonado de Obélix es una pieza admirable), o la fiebre del chalet (con sorteo en pleno circo de un apartamento incluído), que son los que dotan de mayor encanto a una cinta que a veces podría tirldarse de crítica social
Pero también se permite concesiones al público infantil con la incorporación al elenco del niño Zumodemanzanus (genial la idea de los juguetes "de acción" de Hércules y compañía) y su familia, que si no recuerdo mal no aparecían en el album original, y que, por un lado, añaden un tinte más emotivo a algunas partes de la película (no todos los romanos son tan malos) y por otro, permitan una mayor identificación a un público infantil que no se ha criado con las aventuras de los irreductibles galos.
Lejos de auténticas obras maestras de la saga como la siempre recomendable Las doce pruebas de Astérix esta última entrega tiene una animación correcta (con escenas que, aunque no lo sé con certeza, parecen concebidas para una proyección en 3D, como el comienzo, tras unos créditos que son puro amago de la saga Bond, o la persecucuón del jabalí) y buen ritmo, sin eludir momentos cásicos del mundo Astérix, como las invenciones de Panoramix (benditas bellotas), la llegada de César antes de la batalla final, el banquete final de rigor o las peleas con los romanos o entre los mismos galos. Todo esto nos deja un buen sabor de boca, pero no aporta nada al género.
Nos queda una película divertida, que ni desagradará a los niños ni aburrirá a los mayores, generando un buen puñado de carcajadas, pero que tampoco quedará como una impronta indeleble en sus experiencias cinematográficas, aunque, eso sí, puede presumir de ser unas de las mejores películas de Astérix de los últimos años....pero visto lo visto tampoco era tan difícil.
Un buen entretenimiento para grandes y pequeños...y una refrescante vuelta a la animación...será que a Diepardieu no le echan de menos.
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