Indignados, saturados, profundamente cabreados, hay multitud de vocablos para referirse al estado natural del hombre que suscita la situación actual ...hoy aquí debería ir, aprovechando que hoy es el día del libro, una curiosa diabtriba sobre otra de las numerosas relaciones entre cine y literatura, pero la actualdad llama y ayer tuve la oportunidad de asistir a la proyección de la última película gamberra del cine español, a la que no le es ajena en absoluto el comienzo de este párrafo. Una comedia negra cual noche sin farola y ácida como un kilo de limones, una curiosa cinta cuyo título evoca una expresión que no nos es del todo desconocida. Hoy hablamos de Murieron por encima de sus posiblidades, que podrá verse en los cines a partir de mañana mismo, 24 de abril.
Tras haber asesinado de manera más o menos accidental a alguien, en la mayoría de los casos por alguna circustancia derivada de la crisis, un grupo de individuos da con sus huesos en el manicomio, donde se hacen amigos. Tras evaluar sus reivindicaciones deciden escapar para dar rienda suelta a sus deseos de venganza, acabando con todos aquellos que dominan el sistema y les han perjudicado. Su primer objetivo será el Presidente del Banco Central, oculto en un pequeño barco que en realidad esconde un gigantesco complejo. Pero ahí no acabaran las sorpresas para un grupo que se considera la tabla de salvación ante la crisis que tanto daño les ha hecho.
Abierta con una impactante escena que casi nos remite más a películas como Saw o Seven que a la típica comedia y en la que ya podemos ver a algunos de los nombres más conocidos del cine español Murieron por encima de sus posiblidades es una comedia muy poco convencional pero un fruto innegable del momento que nos ha tocado vivir, en el que la palabra crisis nos arrolla por todos los lados, y ya no vale la escusa de que en chino también significa oportunidad (cosa que en realidad parece no es cierta pero que mi desconocimiento de la lengua de Confucio me impide confirmar del todo).
Con uj reparto de auténtico lujo, parte del cual estuvo ayer en el estreno en el Cine Palacio de la Prensa (Imanol Arias, José Coronado, Emma Suarez y Raúl Arévalo entre otros), la película parte de situaciones más o mens convencionales que no nos son en absoluto ajenas (reunión con la directora del colegio del niño, visita a un ser querido en el hospital, una noche en los billares...) pero estas no se resuelven ni por asomo del modo habitual, a veces con una buena dosis de surrealismo (el restaurante al que se accede a través de una lavadora o la muerte, accidental eso sí, de uno de los personajes a ritmo de una versión de...la canción de Marco). En una revelación profundamente lógica estas conducirán a nuestros protagonistas a su hábitat natural, el manicomio, pero con la particularidad que ellos,hace no mucho tiempo no estaban locos, sino que es este mundo es el que los que los ha transformado en el grupo de inadaptados en que se han convertido, lo que genera en el espectador una cuanto menos curiosa empatía (Bueno, el que grita a todas horas "Mañana, tard ey noche" pues igual sí, si que estás algo ido).
Pero por supuesto esto no es un drama, sino una loquísima comedia, y si en el primer acto nos han regalado perlas como los monólogos sobre por qué las revoluciones sólo deberían darse cuando hace frío (como la de Octubre en Rusia) o el del sueño inalcanzable de uno de estos locos "adorable" (tomar la justicia por su mano mientras todo el mundo le admira) la segunda parte alcanzará altas cotas de locura, cuando adoptando como uniforme unos disfraces más bien cutres de oso panda (aunque parte del reparto lleva unos azules que más bien nos hacen pensar en Doraemon) se lanzan a la caza de esa ínfima parte de la población mundial que domina el grueso de los recursos, metralleta en mano y con malas pulgas, y en el que no faltarán amenazas, tiros y una buena dosis de gore.
Si bien en ocasiones le cuesta un poco mantener el ritmo así como pueda parecer ligeramnte incon3exa, ganando más por partes que en conjunto es el tipo de comedia que gran parte del úblico necesita y que nos deja algún momento de autántica antología.
Nos encontramos ante una catárquica locura, un paso más allá de propuestas todavía recientes como Justi&Cia (un pelín alocada pero mucho más dramática) que sabe arrancar las carcajadas del espectador tanto con sus diálogos como con gags físicos que van de lo clásico (los prismáticos) y costumbrista (el cobrador del frac versión panda 1.0) a lo surrealista (el autógrafo en la motosierra) y que va creciendo hasta convertirse en un imparable alud de nieve blanca y negra, a pesar de un final algo menos espectacular de lo esperado pero con su puntito conspiratorio que añade una pizca de vinagre a una cinta que no lo escatima en absoluto.
Una locura no apta para todos los públicos que saca lo peor de nosotros mismos con un buen puñado de carcajadas sinceras. Podrá gustar más o menos pero el seguir hablando de ella tiempo después será
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