El dinero siempre ha dado mucho de sí a nivel cinematográfico, y no sólo por ser lo que mueve el mundo del espectáculo, sino que además ha sabido jugar un papel importante en un buen puñado de historias. Atracos varios, falsificadores, envidias familiares y extorsionadores de ancianitas de esas que guardan grandes fortunas en un mísero colchón, entre otros, nos visitan ocasinalmente desde la pequeña y gran pantalla. Y es que el dinero, o mejor dicho, el afán por conseguirlo, puede convertir al ser humano en una bestia con infinita imaginación para idear planes de lo más bizarro. La última muestra llega de aquí al lado como quien dice y su (irónico título) es Felices 140.
Elia cumple 40 años y lo celebra en una gran casa con su familia y amigos, que se sorprenden ante el dineral que parece haberse gastado. La respuesta al interrogante sobre la procedencia del dinero y sorpresa aún más grande llega cuando esta les confiesa ser la única ganadora del bote de 140 millones de euros del euromillón, suscitando las envidias de sus invitados, algunos realmente necesitados de una pequeña inyección económica. A ello se sumará un suceso todavía más inesperado que sacará lo peor de estos
Felices 140 es una película que empieza de manera amable, con los preliminares en los que, con algún mínimo matiz (las veladas referencias a un pasado que se revelará más adelate), todo parece perfecto. Con un punto de partida que conocemos bien, el de un grupo de amigos se reune en una apartada casa para una gran celebración, un inicio que parece casi más propio del género fantástico, el terror, se unirá, bien entrada la cinta y sin sorpresa alguna (ya se ha encargado la campaña publicitaria de destriparlo sin piedad) otro viejo conocido, el tema del grupo de amigos que pretende aprovecharse de la buena fortuna de uno de ellos.
Hasta aquí ninguna sorpresa. Diálogos triviales que nos situan poco a poco en el pasado de unos protagonistas que se conocen de toda la vida y escenas en las que no podemos menos que recrearnos en el (magnífico) paisaje dan paso a un conflicto (y no será el primero) que rápidamente enfocará por el camino del drama.
Y es que una situración que, sin ser cotidiana, nos resulta a todos tan cercana (la posibilidad de ganar un premio millonario) podría dar pie a muchos tipos de película: un thriller, una negra comedia, un film social con matices reivindicativos...pero los autores han optado por el camino, en su dureza, más suave, del drama de personajes.
Así nos encontramos una película coral con un buen puñado de actores (entre los que destaca una Maribel Verdú a la que sobrepasan los acontecimientos) que nos dejan que poco a poco, en una situación casi sujeta a las tres unidades de modo que podrían hacernos pensar en la adaptación de una obra teatral (casi todo sucede en la casa en apenas un fin de semana, y las subtramas adicionales las conocemos únicamente a través de la boca de los personajes mismos) apreciar comovan cambiando poco a poco su actitud ante la anfitriona, así como desvelando una serie de demonios que aumenta su agresividad y revela lo peor de sí mismos, hasta de las personas que tendrían menos razones al menos en un comienzo (la hermana de la ganadora, o uno de sus amigos que tiene tanto dinero que se puede permitir llegar a la fiesta en helicóptero), y que van convirtiendo la historia en una amarga metáfora sobre las motivaciones humanas.
Sin embargo en esta cinta también encontramos insertos ligeramente inconexos (esas entrevistas cuyo significado real solo confirmamos al final de la película, o la canción que canta el grupo tras la gran revelación y que, francamente, parece, a pesar de su poder alegórico, metida con calzados), personajes con pocos dobleces (el millonario o el cuñado, que desde el primer momento, sabemos algo oculta bajo la manga), excesivamente tópicos (la actria argentina, nueva novia del ex de la protagonista) o que no actúan en consecuencia con sus propias palabras, y que dejan en el espectador la sensación de que han quedado muchas cosas en el tintero o que al conjunto le falta el aderezo de pimienta (que no de vinagre) que podrían haber hecho de esta una película realmente memorable.
Con una gran idea de base bajo el prisma de un Berlanga o un Álex de la Iglesia podría haber salido una de las grandes del cine español...nos queda un drama correcto con una Maribel Verdú memorable en los momentos más dramáticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario