Frente a la popularidad de fútbol, baloncesto y tenis el hockey sobre hielo suele quedar en un discreto segundo plano para el grueso de los aficionados al deporte,,,y en cuestión cinematográfica nos son más conocidos el inefable Jason de Viernes 13 o el Casey Jones de Las tortugas ninja (las antiguas, no las del año pasado, ojo) con sus máscaras de portero que los mismos jugadores, que a pesar de ello han tenido su rinconcito en numerosas cintas de esas de superación personal y otros etcéteras...sin embargo acaba de llegar a nuestras careleras que pone a este deporte rey, al menos en Rusia, en su sitio...¡y encima es un documental Hoy hablamos de Red army.
En una U.R.S.S de posguerra en la que la vida era muy difícil, muchos niños soñaban con jugar en la selección de hockey sobre hielo, un deporte en el que, como otros campos deportivas, primaba un afán de excelencia que sólo se alcanzaba con brutales entrenamientos en los que incluso se usaban medios ajenos al deporte mismo (ajedrez, ballet...). La cinta nos cuenta como un puñado de estos niños lograron convertirse en el mejor equipo posible, el campeón con mayúsculas, ascendiendo para luego hundirse poco a poco en paralelo a una U.R.S.S. que poco a poco entraba en decadencia hasta su caída, en una crisis paralela entre un país y el deporte que simboliza lo mejor del mismo . Filmar un documental sobre un equipo de hockey, ruso para más señas, seguramente entra en una de esas hipotéticas listas de marcianadas (y este año ya llevamos unas cuantas y eso que acaba de empezar) que dificilmente rondaría la cabeza de ningún cineasta sensato, pero el buen ritmo y la eficaz selección de material de archivo (carente de recreaciones y con pocos montajes adicionales, y los que se salen de esta norma, como el hilado a través de carteles deportivos de la época que cobran vida son sencillamente brillantes) hacen que rápidamente capte nuestro interés una película en la que por supuesto prima el factor humano. Este docimental parte de los testimonios de varios de los jugadores, así como de sus familias y personas que trabajaron con ellos (como un exagente de la KGB cuya nieta, ajena a la importancia del testimonio de una época más oscura, nos saca fácilmente de un grave testimonio y nos deja alguno de los mejores momentos de la película) que van desgranando como el deporte poco a poco convirtió sus vidas en un sueño hecho realidad (llevándoles para empezar a países muy distintos del de su origen en una época en la que casi nadie ponía un pie fuera) para poco a poco convertirse en un infierno con su propio Satanás, un entrenador (de los pocos que, como bien cuentan al final, declinó su intervención) que llega hasta a agredirles físicamente y prohibirles a dejar el entrenamiento aunque sus padres se estén muriendo (literalmente), convirtiendo a un grupo de brillantes jóvenes atletas en un puñado de viejos prematuros que han perdido el interés por el deporte que les robó el corazón desde su más tierna infancia, y que empezarán a plantearse que su propio futuro sólo es posible fuera del engranaje que lo ha convertido en máquinas del deporte, en otros países para los que, sin embargo, ya no son medallistas estrella sino extranjeros potencialmente peligrosos, y cuyo antiguo rol tendrán que vover a ganarse. Red army es una película clásica, aun siendo un documental, con heroes, villano, momentos de superación personal o redención (particularmente significativo el tour de la copa Stanley por Moscú), y que sabe llevarnos del dramatismo (los testimonios sobre la reacción del estado ante la intención de algunos de jugar en EE.UU y Canadá) a la comedia, a veces con un humor muy negro (el partido entre osos), lo que logra con un ritmo rico en cambios de plano (plano general para el agente del KGB y su nieta. o el paso de primer a plano medio para revelar todas las medallas de un militar), contando con un papel menos relevante del que en otros documentales nos tienen acostumbrados del narrador, que principalemte nos conduce a los acontecimientos históricos paralelos (La guerra de Afganistán...chocante resulta ahora el discurso de Carter ante los ancontecimientos actuales), elementos que, al igual que la banda sonora hacen que esta película sobre un tema que inicialmente pueda parecer aburrido, sea tremendamente dinámica, y nos deje con ganas de más, con varios episodios en los que se habría agradecido una mayor profundidad (y cortando mucho en el último arco, ya cercanos a nuestros días, en que se dora un poquito la situación política). Y todo con un final, que sin destripar mucho, demuestra como muchas veces se pueden superar las fronteras, humanas y geográficas, y que culmina en lo que en otros géneros tildaríamos de final feliz.En definitiva una de esas pequeñas rarezas que nos muestran la otra cara de la historia...y eso siempre es de agradecer.
Para fans de los documentales con miga...éste la tiene para dar y tomar.
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