Legos del Monigotorium

martes, 14 de octubre de 2014

QUECAS PARA ADULTOS

Ayer, como sólo nos dió tiempo a hablar de los dos primeros días, no pudimos hablar de alguien muy especial que conocimos en Sitges, de una estrella como las de antes. Larga melena pelirroja, ojos brillante y sonrisa imborrable. Y vistiendo de largo como en los grandes estrenos. Sí, hablo de Annabelle, la muñeca amiga de los niños que luego les hace la cosqui a sus padres. Y sí, en contra a mi costumbre tengo pruebas para demostrarlo, pero no las enseñaré por aquí por no romper la primera regla del Monigotorium: "en el Monigotorium solo se usan monigotes" ( sí, aquí también tenemos nuestras reglas, si el club de la lucha pueden ¿por qué no nosotros?). Pero por cuestiones de tiempo y desplazamiento solo a la vuelta del certamen he podido disfrutar, por llamarlo de algún modo, de este spin-off-precuela de The conjuring. Por eso hoy hacemos una pausa en nuestra crónica de Sitges y hoy hablamos de Annabelle.
La primera vez que se proyectó The conjuring en el primer Nocturna a todo se nos heló la sangre. Apenas un breve diálogo entre cinco personas empezaba a provocarnos inquietud en la primera de otras muchas escenas que poco a poco nos irían metiendo el miedo en el cuerpo en la que sería una de las grandes películas de terror del pasado año. Y en esa escena conocimos a Annabelle, la inquietante muñeca que nos dejaría un recuerdo inolvidable. Para nuestra desgracia esa escena de apenas unos minutos da infinitamente más miedo que esa media hora que nos cuenta la historia de nuestra Annabelle. Olviden el piso de enfermeras, damos un paso atrás. La cinta cuenta la historia de una parejita feliz que espera su primer hijo y vive en una de esas urbanizaciones de casitas gemelas tan tanquilas que ni echan la llave (eso sí andamos en el crepúsculo de los sesenta). Y por supuesto pasa lo que tenía que pasar: una pareja de hippies satanistas (literal) se cargan a los vecinos y después les ataca, y oh, casualidad de las casualidades, antes de ser abatidos por la policía lz mujer antes de expirar mancha con su sangre la mejilla de una de las muñecas que adornan el cuarto del futuro retoño de los protagonistas...y sí, que listos sois que lo habéis adivinado: esta muñeca es Annabelle (que en realidad nunca llega a tener un nombre, sino que es el de la difunta hippy, para más inri hija de los vecinos). Buen punto que la explicación de que la muñeca sea como es...es decir, que no se la comprarías a un niño ni loco, porque aquí se ve que en realidad es un objeto de coleccionista, una pieza vintageparte de un juego, pero después ya solo nos queda la lista de despropósitos en la que se transmuta la película. Sí, asistan a las peripecias de la mujer a la que recomiendan reposo absoluto que no sabe estarse quieta, a la interminable sucesión de escenas en las que una radio o cualquier otro electrodoméstico se ponen en marcha solo, a  tópicos sin fin del cine satánico, a la copia literal de sustos de The conjuring (esa cera roja con pintadas en el techo), a sustos de esos que ves venir desde hace media hora (y no porque se tomen un ritmo pausado sino porque parecen sacados del manual "como acojonar en una horror movie", como cuando la madre mete la mano en el cochecito inquietante del sótano y...pues eso, o calcos de planos de Muñeco diabólico) y sobre todo a esos pequeños detalles que parecen hacer de esta película una coña a costa de la semilla del diablo y la vida real de su director (hippies asesinos, embarazadas inquietas, el propio edificio de apartamentos en los que se desarrolla la acción o el hecho de que la protagonista se llame Mía-y de traca le pone a su hija Lía, en plan de ir los nombres a juego-). Y es una pena, que la cosa prometía...pero el mal ritmo y las situaciones absurdas (tiro la muñeca y aparece donde no esperaba, pero no pasa nada, será normal) terminan de hundir una cinta en la que encima no sale tanto nuestra querida muñequita como quisiéramos. Para muy, muy fans de los muñecos diabólicos y el cine de sataneces.
A ver que sigue saliendo de las cenizas de The conjuring ahora que el señor Wan dice que abandona el género...si es como Annabelle mejor que se ahorren el esfuerzo...y fíjate que yo tenía ganas de verla.

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