Partiendo de, en inicio, de un original montaje en el que se combina la trama de la película con imágenes más propias de un especial National Geographic cuya causa pronto descubriremos (y es que a los diez minutos empieza a cansar una miajita) Lucy nos lleva de la mano de una Scarlett Johansson, a la que siempre suele sentarle bien su papel de heroina de acción, por un viaje de la ignorancia al conocimiento total que culmina en forma de psicoviaje alucinógeno con tintes kubrickianos, regado con una buena dosis de tiros, persecuciones, mafiosos, misterios más grandes que la vida y un Morgan Freeman siempre correcto y al parecer siempre necesitado de pasta. Así la cinta tiene uno de esos irreales comienzos superheroicos (terrible accidente que en vez de matar a nuestra heroina, que sería lo normal, la dota de superpoderes), cuyo punto de originalidad radica en wsu conexión con la mafia oriental y las causas del mismo (no ha sido por heroismo como Hulk ni por accidente como Spiderman sino por un lío en el que se ha metido literalmente por tonta) así como en lo que decide hacer con su nuevo yo. Así la superinteligencia y dominio de la materia que adquiere no hacen que nuestra heroina intente salvar a la humanidad ni dominar el mundo, que sería lo más lógico sino que se ve inmersa en una carrera contra el tiempo (algún talón de aquiles debía tener con tan apabullantes poderes...si no la peli se nos queda apenas en un corto) para lograr su máximo nivel antes de la destrucción de su cuerpo físico (algo que en un comienzo se nos antoja algo turbio pero es lo que hay)y transmitir su conocimiento a la humanidad (spoiler: en forma de pendrive, la traca...). Nos encontramos ante una película con correctas escenas de acción (alguna muy potente, eso sí, como la persecución por las calles parisinas) y alguna sorpresita (ese final casi matrixiano,) pero con un ritmo irregular (eso sí, se agradece lo pronto que se ponen las cartas sobre la mesa...el trasfondo de nuestra Lucy es breve y conciso, ampliado solo a posteriori con una conversación telefónica... muy emotivo, pero sinceramente la madre debería decirle no que se le va la comunicación, sino que literalmente deje de meterse cosas extrañas...algo que ya ha pasado de manera involuntaria). Eso sí, si aceptamos una serie de premisas realmente ridículas cumple su buena función de taquillazo veraniego y nos hará pasar un rato divertido, ya que a pesar de algún ramalazo pedante, sabe ser un entretenimiento breve que apenas roza la hora y media, que lo mucho cansa. Un diez para el que se dejó de Evas y apostó por la analogia con el austrolopiteco Lucy como madre de la humanidad, y muy bonita la moraleja: el futuro está en las drogas ( y mejor si son azules...Breaking bad creó escuela)...esos puntitos le dan chicha a una película que en otras manos habrías sido muy distinta.
Para superfans de Luc Besson y Johansson que a pesar de no ser ninguna obra maestra saben configurar un buen tándem. Mejor con amigos y palomitas.
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