Teniendo en cuenta que la anterior y primera película de su director, Florian Zeller, se llamaba "El padre" optar por bautizar a su segundo film "El hijo" casi podría sonar a secuela forzada e incluso dar para hacer el chiste malo respecto al nombre de la tercera pieza de su filmografía, que creo más de uno tendrá en la punta de la lengua. Nada más lejos teniendo en cuenta que los únicos puntos comunes son el tratarse de una drama familiar y la presencia siempre grande de un Anthony Hopkins que, frente al papel que le hizo merecedor del Óscar en la obra previa de su director, interpreta aquí un rol intenso pero notablemente más breve.
"El hijo" es el fresco de la relación entre una pareja divorciada, su hijo adolescente y la nueva pareja de él, con la que ha tenido recientemente un bebé. Ante la ausencia del joven de su instituto durante un periodo prolongado y sin causa justificada este solicitará vivir con su padre. Será este el comienzo de un proceso de autodestrucción en el que las expectativas de futuro serán clave. Una historia que no se sale de los cauces esperados de lo que podríamos esperar de unos personajes que se sienten perdidos ante la evolución de la depresión del menor que, a pesar de no gozar de un detonante explosivo, irá minando su cuerpo y carácter.
Con un guión cuya base no está muy lejos del melodrama tipo el buen trabajo de Hugh Jackman, padre pero también hijo que transmite sin darse cuenta sus propias inseguridades a su descendiente sin percatarse del alcance de sus acciones, consigue añadir enteros a una obra en la que a pesar de un intento de pirueta final pocas sorpresas encontramos. "El hijo" es una cinta que sabe sacar buen partido de sus secundarios y de los pequeños detalles como el contraste entre los pisos materno y paterno o el lenguaje corporal que ambos transmiten ante su vástago (atención en qué posición se sientan cuando están con el). Pero lejos queda, a pesar de tratar un tema tan controvertido, doloroso y por desgracia de tanta actualidad como es ese drama silencioso que es la angustia adolescente, de esa auténtica bofetada emocional que es su debut con "El padre".
Una película correcta, que conmueve pero no cala. Su tendencia a la repetición de recursos (los planos de estancias vacías, los interludios de la excursión al mar) aminoran el impacto de un climax fruto de un cúmulo de malas decisiones por parte de sus personajes. "El hijo" es un drama de manual con ecos trágicos que se mueve entre la naturalidad y las herramientas teatrales ante la que cuesta mucho no pararse a establecer comparaciones consu oscarizado precedente. Para amantes del drama con gotas de nostalgia y las buenas intenciones de una moraleja necesaria, con una propuesta a la que se le pueden poner pocos peros pero también pocos sin embargo. Las generaciones siguen chocando. " El hijo" poco añade.