Hay veces que uno simplemente desea ver una película por su argumento, reparto, premios o incluso género. Otras veces se debe a una extraña combinación de factores que nos haga pensar "no sé cómo se les ha ocurrido algo así...tengo que verlo". Este era, al menos para mí, el caso de El otro guardaespaldas, una cinta que respondía a la popular combinación de acción y comedia con un reparto encabezado por dos viejos amigos de ambos géneros, Ryan Reynolds y Samuel L. Jackson. Nada que llamaste particularmente la atención aparte de su título (traducción libérrima del original, que podría traducirse como El guardaespaldas del mercenario) y una campaña promocional que hacía sangre a esa El guardaespaldas con Kevin Costner y Whitney Houston que dejó huella en muchos en la década de los 90.
Su éxito ha dado pie, como ya es costumbre, a una secuela, El otro guardaespaldas 2 (otro alarde de traducción creativa del original, en este caso El guardaespaldas de la mujer del mercenario) que, conservando director y pareja protagonista, nos muestra el reencuentro de un traumatizadísimo guardaespaldas y una espalda que sigue en su línea, en este caso envueltos en una trama internacional que puede acabar con Europa tal y como la conocemos.
Con mayor presencia de una Salma Hayek que se reserva todos los tópicos de latina fogosa y violenta, pero sin perder de vista a un Samuel L. Jackson que parece estar pasándoselo bomba mientras Reynolds intenta demostrar que la sombra de aquella Una terapia peligrosa es alargada, esta nueva entrega mantiene todos los elementos de la original aunque añadiendo al cocktail elementos jamesbondianos. Así con escenarios de relumbrón como Florencia y secundarios como Morgan Freeman o un villanesco Antonio Banderas de peculiar aspecto (la mejor definición la dan en la propia pelicula, dejaré que la descubran) la saga (que será, como todas, si vende bien) da un paso más sin abandonar del todo su zona de confort aún conduciendo a su trío protagonista a un desenlace tan esperado como surrealista (y no diré más).
Escenas de acción bien coreografiadas y un sentido del humor que lidiando con lo políticamente incorrecto (digamos que se oyen más cosas que se ven y que en cuestión del bello arte de insultar Hayek nos enseña las ventajas de ser bilingüe) le sientan bien a una cinta cuya mayor ventaja es su buen sentido del ritmo y la ausencia de pretensiones. Una buddy movie a tres que consigue entretenernos a pesar de un punto de partida que pudiésemos pensar frivoliza con una realidad como es la crisis griega, pero que evoluciona a un enfrentamiento entre buenos y malos de toda la vida, de esos que se disfrutan más entre amigos y con palomitas. Entretenimiento sin más, y eso es muchas veces lo que ahora nos pide el cuerpo.
El otro guardaespaldas llega a los cines españoles el 16 de junio