Con la que está cayendo una echa de menos cuando las desgracias solo llegaban a pares en el cine, desde invasiones extraterrestres a erupciones volcánicas pasando por supuesto por meteoritos ( y asteroides y otras hierbas) prestos a aniquilar nuestro pequeño planeta.
Legos del Monigotorium
lunes, 28 de septiembre de 2020
AL RICO METEORO
jueves, 3 de septiembre de 2020
ANTES QUE AMANEZCA
En un tiempo en el que, al margen de la omnipresente pandemia, el racismo está enseñando su peor cara (como si eso fuese posible) uno de los géneros más catárquicos, el terror, no vacila en incorporarlo a su plantilla con espíritu de denuncia. Aunque la diversidad racial siempre ha estado presente en subgéneros como el slasher, en el que el único color que importa al asesino de turno es el rojo de la sangre (y ahí tenemos ejemplos como los primeros minutos de Scream 2) y la blaxplotation también tuvo su desvío al género con filmes como Blackula o Blackenstein, el grueso de los personajes protagonistas del género siempre han estado más cerca del espectro caucásico con honrosísimas excepciones como el Halloran de El resplandor o el Candyman de la película homónima (que por cierto este año vuelve en forma de reboot), cuyo protagonista, Tony Todd, se permite de vez en cuando un cameo por alguna cinta del ramo. Y eso por no hablar de el crudo desenlace de La noche de los muertos vivientes que todavía hoy sigue sembrando controversia.
Pero hace relativamente poco Jordan Peele con su Déjame salir (¡Ojo! No confundir con Déjame entrar, también muy recomendable) y su Óscar al mejor guión abrió la caja de los truenos, con un impacto en la cultura popular que la ha hecho merecedora hasta de su propio muñeco Funko pop. A su sombra nos llega regularmente una serie de productos que tratan el tema del racismo con el lenguaje del cine de terror. Entre ellos nos ha llegado recientemente Antebellum, de los productores de Us y, por supuesto, Déjame salir.
A más de uno le sonará, aunque desconozca su origen, la fábula del sabio que soñaba ser mariposa y al despertar dudaba si realmente era una mariposa que soñaba ser humano. Antebellum parece anclarse en esta diatriba, permitiéndose además una serie de guiños no gratuitos al símbolo de la mariposa en varios momentos ( el fondo de pantalla, el tatuaje...) al contar la increíble historia de Verónica- Eden, una mujer de éxito, conferenciante y autora de libros sobre el empoderamiento de la mujer afroamericana que se enfrenta al cerrar los ojos a la pesadilla de ser una esclava en una gran plantación sureña en la que es vejada y explotada, por decirlo de una manera suave. Pero esto es algo que solo descubriremos bien avanzada la película, ya que en la primera (y extensa) parte solo conocemos esta realidad cuya crudeza hemos visto en cintas recientes como 12 años esclavitud y que puede llevar a más de uno a preguntarse si se ha equivocado de sala.
Pero por supuesto este no es el único giro sorprendente ( bueno, en realidad este no lo es tanto si se ha visto el tráiler y/o leído una reseña por breve que sea, por eso me permito el minispoiler) que nos depara esta cinta en tres actos. Lástima que el último, destinado a dar coherencia al conjunto sea el más débil de los tres, generando una sensación apresurada y desaprovechando una idea (que aquí por supuesto no revelaremos) que daría mucho más juego. Y eso a pesar de un potente arranque y un nudo, el ambientado en nuestros días, que a pesar de ser más insustancial (y regalarnos una serie de secundarios bastante gratuitos) consigue mantener nuestro interés aunque no logre ser tan inquietante como pretende (la escena del ascensor...que pierde bastante sentido una vez vista la película completa). Pero una vez revelada la clave la historia se acomoda y se deja llevar por los convencionalismos.
Antebellum sabe recrearse en sus planos, aunque en más de una ocasión se deje llevar por manierismos vía cámara lenta o plano secuencia, con una imagen cuidada y una correcta dirección artística. Un elenco de actores que consigue dotar a sus personajes de la crudeza necesaria también ayuda a dar entidad a una historia con fuerte crítica social y mejores mimbres que cesto.
Tal vez con un planteamiento distinto y algún toque de suspense en algunos momentos podríamos hablar como una de las grandes propuestas de este año parco en estrenos. Pero nos queda una cinta en inicio lejana al terror convencional con un mensaje bien claro: el racismo es una pesadilla de la que cuesta despertar.
Anabellum puede disfrutarse ya en cines de toda España.